Tuesday, June 28, 2011

13DO.II,A - El Cuerpo y la Sangre del Señor - 2011 (Mulet)

Francesc Mulet

Jesús afirma que Él es el Pan de la Vida, el Pan bajado del cielo, Pan que se entrega para dar vida al mundo. Para que todos nosotros vivamos. En el lenguaje coloquial, el pan es símbolo de todo el alimento que el ser humano necesita para vivir. Esto era algo que aquella gente podía comprender. Para el pueblo judío, la Palabra de Dios, era una increíble forma de alimento. Quienes escuchaban a Jesús, podían comprender que el pan de que Jesús hablaba, era el pan de la Palabra de Dios.

Él no es tan sólo la Palabra de Dios que ilumina sus corazones, y los nuestro sino la Palabra es hecha carne, deseosa de entregarse totalmente. Por eso dice: “el Pan que Yo daré es mi carne para la vida del mundo”...

Ciertamente, en la Eucaristía podemos experimentar en que consiste la verdadera vida, una vida que sacia nuestro deseo más profundo. “Vida eterna” no se refiere en primer lugar a la vida después de la muerte, sino que designa una nueva calidad de vida, algo que podemos experimentar aquí y ahora.

La vida adquiere un nuevo sabor, el sabor del amor que hace nuestra vida digna de ser vivida.

Corpus es también el día de la Caridad y tenemos presente, de manera especial, el drama del hambre que atormenta a millones de seres humanos, la soledad de los ancianos, la angustia de los que no tienen trabajo actualmente y viven angustiados, las adversidades que afrontan los emigrantes y a tantas personas como necesitan nuestro apoyo, nuestro servicio y nuestra solidaridad. La Eucaristía nos impulsa a entregar nuestra vida. La Eucaristía es una fuerza de transformación del mundo.

El que participa en la Eucaristía está llamado a ser fermento de solidaridad. Para ello necesitamos salir de nosotros mismos, acercarnos al que sufre, protestar contra la injusticia e irradiar el amor compasivo de Jesús en nuestra sociedad. Si partimos el pan es para que todos podamos compartir y repartir nuestra vida.

Estamos a punto de terminar el curso.
Reza por nosotros y un abrazo cordial,

Francesc Mulet

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13DO.II,A - El Cuerpo y la Sangre del Señor - 2011 (Pagola)

Juan 6,51-58
REAVIVAR LA MEMORIA DE JESÚS
José Antonio Pagola

La crisis de la misa es, probablemente, el símbolo más expresivo de la crisis que se está viviendo en el cristianismo actual. Cada vez aparece con más evidencia que el cumplimiento fiel del ritual de la eucaristía, tal como ha quedado configurado a lo largo de los siglos, es insuficiente para alimentar el contacto vital con Cristo que necesita hoy la Iglesia.

El alejamiento silencioso de tantos cristianos que abandonan la misa dominical, la ausencia generalizada de los jóvenes, incapaces de entender y gustar la celebración, las quejas y demandas de quienes siguen asistiendo con fidelidad ejemplar, nos están gritando a todos que la Iglesia necesita en el centro mismo de sus comunidades una experiencia sacramental mucho más viva y sentida.

Sin embargo, nadie parece sentirse responsable de lo que está ocurriendo. Somos víctimas de la inercia, la cobardía o la pereza. Un día, quizás no tan lejano, una Iglesia más frágil y pobre, pero con más capacidad de renovación, emprenderá la transformación del ritual de la eucaristía, y la jerarquía asumirá su responsabilidad apostólica para tomar decisiones que hoy no nos atrevemos ni a plantear.

Mientras tanto no podemos permanecer pasivos. Para que un día se produzca una renovación litúrgica de la Cena del Señor es necesario crear un nuevo clima en las comunidades cristianas. Hemos de sentir de manera mucho más viva la necesidad de recordar a Jesús y hacer de su memoria el principio de una transformación profunda de nuestra experiencia religiosa.

La última Cena es el gesto privilegiado en el que Jesús, ante la proximidad de su muerte, recapitula lo que ha sido su vida y lo que va a ser su crucifixión. En esa Cena se concentra y revela de manera excepcional el contenido salvador de toda su existencia: su amor al Padre y su compasión hacia los humanos, llevado hasta el extremo.

Por eso es tan importante una celebración viva de la eucaristía. En ella actualizamos la presencia de Jesús en medio de nosotros. Reproducir lo que él vivió al término de su vida, plena e intensamente fiel al proyecto de su Padre, es la experiencia privilegiada que necesitamos para alimentar nuestro seguimiento a Jesús y nuestro trabajo para abrir caminos al Reino.

Hemos de escuchar con mas hondura el mandato de Jesús: "Haced esto en memoria mía". En medio de dificultades, obstáculos y resistencias, hemos de luchar contra el olvido. Necesitamos hacer memoria de Jesús con más verdad y autenticidad.
Necesitamos reavivar y renovar la celebración de la eucaristía.

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12DO.II.A – Santísima Trinidad - 2011 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

“Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único... no para condenar al mundo, sino para que el mundo viva por Él” Estas palabras son la gran Revelación de Dios: que Dios es Amor, y que Jesús es la demostración de ese gran amor de Dios al mundo. Esto quiere decir que el Amor de Dios manifestado en Jesús es para todo ser humano, para que el mundo viva... Ese amor ha consistido en un gesto: que Dios nos ha entregado a Jesús para que todo el que cree en Él tenga vida.

Sí, Jesús viene a nuestro mundo a ofrecernos la Vida... Él no viene para condenar al mundo, sino para que el mundo viva por medio de Él, para que todo ser humano se sienta amado.

Hoy celebramos la Fiesta de la Trinidad, la Fiesta del Misterio de Dios, que es Amor y comunión... El Dios en quien creemos y que se nos ha revelado en Jesús, no es un Dios solitario, sino que es un Dios, que es comunión y amor, un amor que se da, que se relaciona y que unifica.

En el fondo de toda ternura, en el interior de todo encuentro amistoso, en la solidaridad desinteresada, en el deseo último de la sexualidad humana, en la entraña de todo amor, siempre hay este anhelo de comunión; detrás de todo, está este misterio de amor y de comunión que es Dios y que hoy celebramos. Vivir y realizarse es, en definitiva, entrar en este misterio de Dios que es comunión y es amor y dejar que esa Vida circule entre nosotros, entre todos los seres humanos. Siempre que sentimos necesidad de amar y ser amados, siempre que buscamos acoger y ser acogidos, cuando disfrutamos de una amistad que nos hace crecer, cuando sabemos dar y recibir, estamos celebrando el Misterio de la Trinidad, inscrito en lo profundo de nuestro corazón.

En esta Fiesta de la Trinidad, tenemos que recordar que la crisis de nuestra civilización occidental y de nuestro mundo actual sólo tiene salida por el camino del Amor y de la solidaridad entre todos los seres humanos.

Sigo pidiéndote que reces por los escolapios y te envío un abrazo cordial,

Francesc Mulet

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12DO.II,.A - Santísima Trinidad - 2011 (Pagola)

Juan 3,16-18
EL CRISTIANO ANTE DIOS
José Antonio Pagola

No siempre se nos hace fácil a los cristianos relacionarnos de manera concreta y viva con el misterio de Dios confesado como Trinidad. Sin embargo, la crisis religiosa nos está invitando a cuidar más que nunca una relación personal, sana y gratificante con él. Jesús, el Misterio de Dios hecho carne en el Profeta de Galilea, es el mejor punto de partida para reavivar una fe sencilla.

¿Cómo vivir ante el Padre? Jesús nos enseña dos actitudes básicas. En primer lugar, una confianza total. El Padre es bueno. Nos quiere sin fin. Nada le importa más que nuestro bien. Podemos confiar en él sin miedos, recelos, cálculos o estrategias. Vivir es confiar en el Amor como misterio último de todo.

En segundo lugar, una docilidad incondicional. Es bueno vivir atentos a la voluntad de ese Padre, pues sólo quiere una vida más digna para todos. No hay una manera de vivir más sana y acertada. Esta es la motivación secreta de quien vive ante el misterio de la realidad desde la fe en un Dios Padre.

¿Qué es vivir con el Hijo de Dios encarnado? En primer lugar, seguir a Jesús: conocerlo, creerle, sintonizar con él, aprender a vivir siguiendo sus pasos. Mirar la vida como la miraba él; tratar a las personas como él las trataba; sembrar signos de bondad y de libertad creadora como hacía él. Vivir haciendo la vida más humana. Así vive Dios cuando se encarna. Para un cristiano no hay otro modo de vivir más apasionante.

En segundo lugar, colaborar en el Proyecto de Dios que Jesús pone en marcha siguiendo la voluntad del Padre. No podemos permanecer pasivos. A los que lloran Dios los quiere ver riendo, a los que tienen hambre los quiere ver comiendo. Hemos de cambiar las cosas para que la vida sea vida para todos. Este Proyecto que Jesús llama "reino de Dios" es el marco, la orientación y el horizonte que se nos propone desde el misterio último de Dios para hacer la vida más humana.

¿Qué es vivir animados por el Espíritu Santo? En primer lugar, vivir animados por el amor. Así se desprende de toda la trayectoria de Jesús. Lo esencial es vivirlo todo con amor y desde el amor. Nada hay más importante. El amor es la fuerza que pone sentido, verdad y esperanza en nuestra existencia. Es el amor el que nos salva de tantas torpezas, errores y miserias.

Por último, quien vive "ungido por el Espíritu de Dios" se siente enviado de manera especial a anunciar a los pobres la Buena Noticia. Su vida tiene fuerza liberadora para los cautivos; pone luz en quienes viven ciegos; es un regalo para quienes se sienten desgraciados.

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1DA.A - 2010 (Pagola)

Ciclo A
Tiempo ordinario II
12 Domingo
Santísima Trinidad (A)
Juan 3,16-18
EL CRISTIANO ANTE DIOS
José Antonio Pagola

No siempre se nos hace fácil a los cristianos relacionarnos de manera concreta y viva con el misterio de Dios confesado como Trinidad. Sin embargo, la crisis religiosa nos está invitando a cuidar más que nunca una relación personal, sana y gratificante con él. Jesús, el Misterio de Dios hecho carne en el Profeta de Galilea, es el mejor punto de partida para reavivar una fe sencilla.

¿Cómo vivir ante el Padre? Jesús nos enseña dos actitudes básicas. En primer lugar, una confianza total. El Padre es bueno. Nos quiere sin fin. Nada le importa más que nuestro bien. Podemos confiar en él sin miedos, recelos, cálculos o estrategias. Vivir es confiar en el Amor como misterio último de todo.

En segundo lugar, una docilidad incondicional. Es bueno vivir atentos a la voluntad de ese Padre, pues sólo quiere una vida más digna para todos. No hay una manera de vivir más sana y acertada. Esta es la motivación secreta de quien vive ante el misterio de la realidad desde la fe en un Dios Padre.

¿Qué es vivir con el Hijo de Dios encarnado? En primer lugar, seguir a Jesús: conocerlo, creerle, sintonizar con él, aprender a vivir siguiendo sus pasos. Mirar la vida como la miraba él; tratar a las personas como él las trataba; sembrar signos de bondad y de libertad creadora como hacía él. Vivir haciendo la vida más humana. Así vive Dios cuando se encarna. Para un cristiano no hay otro modo de vivir más apasionante.

En segundo lugar, colaborar en el Proyecto de Dios que Jesús pone en marcha siguiendo la voluntad del Padre. No podemos permanecer pasivos. A los que lloran Dios los quiere ver riendo, a los que tienen hambre los quiere ver comiendo. Hemos de cambiar las cosas para que la vida sea vida para todos. Este Proyecto que Jesús llama "reino de Dios" es el marco, la orientación y el horizonte que se nos propone desde el misterio último de Dios para hacer la vida más humana.

¿Qué es vivir animados por el Espíritu Santo? En primer lugar, vivir animados por el amor. Así se desprende de toda la trayectoria de Jesús. Lo esencial es vivirlo todo con amor y desde el amor. Nada hay más importante. El amor es la fuerza que pone sentido, verdad y esperanza en nuestra existencia. Es el amor el que nos salva de tantas torpezas, errores y miserias.

Por último, quien vive "ungido por el Espíritu de Dios" se siente enviado de manera especial a anunciar a los pobres la Buena Noticia. Su vida tiene fuerza liberadora para los cautivos; pone luz en quienes viven ciegos; es un regalo para quienes se sienten desgraciados.

8DP,A - Pentecostés - 2011 (Pagola)

Juan 20,19-23
INVOCACIÓN
José Antonio Pagola

Según San Juan, el Espíritu hace presente a Jesús en la comunidad cristiana, recordándonos su mensaje, haciéndonos caminar en su verdad, interiorizando en nosotros su mandato del amor. A ese Espíritu invocamos en esta fiesta de Pentecostés.

Ven Espíritu Santo y enséñanos a invocar a Dios con ese nombre entrañable de "Padre" que nos enseñó Jesús. Si no sentimos su presencia buena en medio de nosotros, viviremos como huérfanos. Recuérdanos que sólo Jesús es el camino que nos lleva hasta él. Que sólo su vida entregada a los últimos nos muestra su verdadero rostro. Sin Jesús nunca entenderemos su sed de paz, de justicia y dignidad para todos sus hijos e hijas.

Ven Espíritu Santo y haznos caminar en la verdad de Jesús. Sin tu luz y tu aliento, olvidaremos una y otra vez su Proyecto del reino de Dios. Viviremos sin pasión y sin esperanza. No sabremos por qué le seguimos ni para qué. No sabremos por qué vivir y por qué sufrir. Y el Reino seguirá esperando colaboradores.

Ven Espíritu Santo y enséñanos a anunciar la Buena Noticia de Jesús. Que no echemos cargas pesadas sobre nadie. Que no dictaminemos sobre problemas que no nos duelen ni condenemos a quienes necesitan sobre todo acogida y comprensión. Que nunca quebremos la caña cascada ni apaguemos la mecha vacilante.

Ven Espíritu Santo e infunde en nosotros la experiencia religiosa de Jesús. Que no nos perdamos en trivialidades mientras descuidamos la justicia, la misericordia y la fe. Que nada ni nadie nos distraiga de seguirlo como único Señor. Que ninguna doctrina, práctica o devoción nos aleje de su Evangelio.

Ven Espíritu Santo y aumenta nuestra fe para experimentar la fuerza de Jesús en el centro mismo de nuestra debilidad. Enséñanos a alimentar nuestra vida, no de tradiciones humanas ni palabras vacías, sino del conocimiento interno de su Persona. Que nos dejemos guiar siempre por su Espíritu audaz y creador, no por nuestro instinto de seguridad.

Ven Espíritu Santo, transforma nuestros corazones y conviértenos a Jesús. Si cada uno de nosotros no cambia, nada cambiará en su Iglesia. Si todos seguimos cautivos de la inercia, nada nuevo y bueno nacerá entre sus seguidores. Si no nos dejamos arrastrar por su creatividad, su movimiento quedará bloqueado.

Ven Espíritu Santo y defiéndenos del riesgo de olvidar a Jesús. Atrapados por nuestros miedos e incertidumbres, no somos capaces de escuchar su voz ni sentir su aliento. Despierta nuestra adhesión pues, si perdemos el contacto con él, seguirá creciendo en nosotros el nerviosismo y la inseguridad.

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8DP,A - Pentecostés - 2011 (Mulet)

Francesc Mulet escolapio

Jesús Resucitado “exhala su aliento” sobre sus discípulos... También, Jesús Resucitado exhala hoy su aliento de Vida sobre cada uno de nosotros y sobre todo ser humano.

Con frecuencia, también nosotros tenemos nuestras puertas cerradas. Pero el Resucitado, abre y atraviesa nuestras puertas cerradas. Podemos imaginarnos que Jesús Resucitado entra hoy en nuestra casa y abre todo lo que está cerrado para que vuelva a la vida todo lo bueno y bello que está ahogado en nosotros. Ciertamente, es el miedo lo que nos cierra a la Vida. Su “aliento” vence todos nuestros miedos, nuestros decaimientos, nuestros pesimismos y nos ayuda a superar nuestras dificultades.

Todo es obstáculo cuando no hay amor, mientras que todo es posible cuando uno se siente amado. Hoy, es para abrir nuestras puertas a este Amor que es el Espíritu de Dios que viene a nosotros.

El Espíritu Santo se hace perceptible y nos pone en movimiento, como el viento fuerte, de manera que podamos superar lo que nos impide vivir plenamente. Necesitamos la sacudida de un viento recio que nos impulsa a la vida. Algunos se preguntan también: “¿No son Galileos todos esos que están hablando? ¿Cómo es que cada uno los oye hablar en nuestra lengua nativa?” En Pentecostés el Espíritu Santo nos capacita para hablar una lengua nueva, un idioma que todos comprenden, que contagia y enciende a los demás: es la lengua del amor, que todo el mundo puede entender.

Deseamos que el amor del Espíritu llegue a todos los rincones de nuestro mundo:

Ven Espíritu de Dios, ven a renovar la faz de la tierra.

Ven donde hay injusticia y violencia.

Ven donde hay tantos jóvenes en paro y tanta angustia en las familias que no llegan a fin de mes, y renueva nuestro mundo de hoy.

Ven Espíritu Santo, enséñanos a entendernos aunque hablemos lenguajes diferentes. Sin tu Amor en nuestro interior, seguiremos la escalada de la violencia absurda y sin salida.

Ven a alegrar nuestro mundo tan sombrío. Ábrenos a un futuro más fraterno, justo y solidario. Entra hasta el fondo de nuestras almas.

¡Feliz Pascua granada!

Francesc Mulet

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7DP,A - Ascensión - 2011 (Pagola)

Ascensión del Señor
Mateo, 28,16-20
ESCUELA DE JESÚS
José Antonio Pagola

La situación que se vive hoy en nuestras comunidades cristianas no es nada fácil. En nuestro corazón de seguidores de Jesús surgen no pocas preguntas: ¿dónde reafirmar nuestra fe en estos tiempos de crisis religiosa? ¿qué es lo importante en estos momentos? ¿qué hemos de hacer en las comunidades de Jesús? ¿hacia dónde hemos de orientar nuestros esfuerzos?

Mateo concluye su relato evangélico con una escena de importancia excepcional. Jesús convoca por última vez a sus discípulos para confiarles su misión. Son las últimas palabras que escucharán de Jesús: las que han de orientar su tarea y sostener su fe a lo largo de los siglos.

Siguiendo las indicaciones de las mujeres, los discípulos se reúnen en Galilea. Allí había comenzado su amistad con Jesús. Allí se habían comprometido a seguirlo colaborando en su proyecto del reino de Dios. Ahora vienen sin saber con qué se pueden encontrar. ¿Volverán a verse con Jesús después de su ejecución?

El encuentro con el Resucitado no es fácil. Al verlo llegar, los discípulos «se postran» ante él; reconocen en Jesús algo nuevo; quieren creer, pero «algunos vacilan». El grupo se mueve entre la confianza y la tristeza. Lo adoran pero no están libres de dudas e inseguridad. Los cristianos de hoy los entendemos. A nosotros nos sucede lo mismo.

Lo admirable es que Jesús no les reprocha nada. Los conoce desde que los llamó a seguirlo. Su fe sigue siendo pequeña, pero a pesar de sus dudas y vacilaciones, confía en ellos. Desde esa fe pequeña y frágil anunciarán su mensaje en el mundo entero. Así sabrán acoger y comprender a quienes a lo largo de los siglos vivirán una fe vacilante. Jesús los sostendrá a todos.

La tarea fundamental que les confía es clara: «hacer discípulos» suyos en todos los pueblos. No les manda propiamente a exponer doctrina, sino a trabajar para que el mundo haya hombres y mujeres que vivan como discípulos y discípulas de Jesús. Seguidores que aprendan a vivir como él. Que lo acojan como Maestro y no dejen nunca de aprender a ser libres, justos, solidarios, constructores de un mundo más humano.

Mateo entiende la comunidad cristiana como una "escuela de Jesús". Seremos muchos o pocos. Entre nosotros habrá creyentes convencidos y creyentes vacilantes. Cada vez será más difícil atender a todo como quisiéramos. Lo importante será que entre nosotros se pueda aprender a vivir con el estilo de Jesús. El es nuestro único Maestro. Los demás somos todos hermanos que nos ayudamos y animamos mutuamente a ser sus discípulos.

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7DP,A - 2011 (Mulet)

Ascensión del Señor
Francesc Mulet, escolapio

“Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”, no estamos solos, no estamos perdidos en medio de la historia abandonados a nuestras propias fuerzas: Él está con nosotros. En momentos difíciles es fácil caer en el desaliento y el derrotismo. Se diría que hemos olvidado algo que necesitamos urgentemente recordar: que Él, Jesús Resucitado, está con nosotros. No estamos solos.

“Id y haced discípulos de todos los pueblos”: quiere decir transmitir Vida a todos los pueblos, a todos los seres humanos. Esta Vida es la mejor noticia que el mundo puede escuchar, puesto que este Dios que se manifiesta en Jesús no es como los falsos ídolos que conducen a la injusticia, la esclavitud y la muerte. Es el Dios de la Vida, el Señor de la Vida. Esta es la Buena Noticia, el Evangelio de Dios es el Evangelio de la Vida.

Celebramos la fiesta de la Ascensión del Señor. En el lenguaje simbólico de la cultura bíblica, se dice que, Jesús ha subido al cielo, no el cielo que está por encima de las nubes y de las estrellas sino el cielo de la plenitud de Dios. Quiere decir: que Jesús ha entrado en la plenitud de Dios. La Ascensión del Señor en el Evangelio de Mateo, no es subida al cielo, sino Presencia del Señor Resucitado entre nosotros: “Yo estoy con vosotros”. La Resurrección y la Ascensión son dos formas de decir lo mismo: que el Resucitado fue glorificado.

Es una fiesta de esperanza. Quizá el rasgo más sombrío del momento actual, es la crisis de esperanza. La historia reciente se ha encargado de desmitificar el mito del progreso, piedra angular de la civilización moderna. Las grandes promesas no se han cumplido, se han caído nuestros ídolos y seguirán cayendo mucho más. Es verdad que hemos creado bienestar, pero también marginación, soledad, paro, individualismo. Hemos hecho la vida más larga, pero también más vacía y superficial. Parece que no estamos acertando en nuestra manera de entender la vida y de buscar felicidad. La crisis de la cultura moderna y la crisis económica y social, es en gran parte, crisis de una sociedad que se está quedando sin valores y sin puntos de referencia en su búsqueda de un futuro mejor para la Humanidad. Entonces brotan las preguntas: ¿Dónde encontrar fuerza y sentido para seguir trabajando por un mundo más justo y solidario? ¿Cómo recuperar la esperanza en esa salvación definitiva de la que estamos tan necesitados?

Sólo volviéndonos de corazón a la Presencia del Señor Resucitado, sólo en Él encontramos la esperanza que no defrauda.

Al iniciar el nuevo mes, te deseo todo el ánimo necesario y unas pocas fuerzas más para acabar el curso.

Pido tu oración por los escolapios y te envío un abrazo fraterno,
Francesc Mulet

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