1DP,B 2012 (Pagola)
Ciclo B
Tiempo de Pascua
Domingo de Resurrección
Juan 20, 1-9
MISTERIO
DE ESPERANZA
José Antonio Pagola
Creer en el Resucitado es
resistirnos a aceptar que nuestra vida es solo un pequeño paréntesis entre dos
inmensos vacíos. Apoyándonos en Jesús resucitado por Dios, intuimos, deseamos y
creemos que Dios está conduciendo hacia su verdadera plenitud el anhelo de
vida, de justicia y de paz que se encierra en el corazón de la Humanidad y en
la creación entera.
Creer en el Resucitado es
rebelarnos con todas nuestras fuerzas a que esa inmensa mayoría de hombres,
mujeres y niños, que solo han conocido en esta vida miseria, humillación y
sufrimientos, queden olvidados para siempre.
Creer en el Resucitado es
confiar en una vida donde ya no habrá pobreza ni dolor, nadie estará triste,
nadie tendrá que llorar. Por fin podremos ver a los que vienen en pateras
llegar a su verdadera patria.
Creer en el Resucitado es
acercarnos con esperanza a tantas personas sin salud, enfermos crónicos,
discapacitados físicos y psíquicos, personas hundidas en la depresión, cansadas
de vivir y de luchar. Un día conocerán lo que es vivir con paz y salud total.
Escucharán las palabras del Padre: "Entra para siempre en el gozo de tu
Señor".
Creer en el Resucitado es no
resignarnos a que Dios sea para siempre un "Dios oculto" del que no
podamos conocer su mirada, su ternura y sus abrazos. Lo encontraremos encarnado
para siempre gloriosamente en Jesús.
Creer en el Resucitado es
confiar en que nuestros esfuerzos por un mundo más humano y dichoso no se
perderán en el vacío. Un día feliz, los últimos serán los primeros y las
prostitutas nos precederán en el Reino.
Creer en el Resucitado es saber
que todo lo que aquí ha quedado a medias, lo que no ha podido ser, lo que hemos
estropeado con nuestra torpeza o nuestro pecado, todo alcanzará en Dios su
plenitud. Nada se perderá de lo que hemos vivido con amor o a lo que hemos
renunciado por amor.
Creer en el Resucitado es
esperar que las horas alegres y las experiencias amargas, las
"huellas" que hemos dejado en las personas y en las cosas, lo que
hemos construido o hemos disfrutado generosamente, quedará transfigurado. Ya no
conoceremos la amistad que termina, la fiesta que se acaba ni la despedida que
entristece. Dios será todo en todos.
Creer en el Resucitado es creer
que un día escucharemos estas increíbles palabras que el libro del Apocalipsis
pone en boca de Dios: "Yo soy el origen y el final de todo. Al que tenga
sed, yo le daré gratis del manantial del agua de la vida". Ya no habrá
muerte ni habrá llanto, no habrá gritos ni fatigas porque todo eso habrá
pasado.
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