Tuesday, August 28, 2007

CC - TOrdinario - D20 (Pagola)

EL FUEGO TRAÍDO POR JESÚS
Pagola

Por los caminos de Galilea Jesús se esforzaba por contagiar el «fuego» que ardía en su corazón. En la tradición cristiana han quedado huellas diversas de su deseo. Lucas lo recoge así: «He venido a prender fuego en el mundo. ¡Ojalá estuviera ya ardiendo!». Un evangelio apócrifo más tardío recuerda otra frase cuyo eco puede ser de Jesús: «El que está cerca de mí, está cerca del fuego. El que está lejos de mí, está lejos del reino».

Jesús desea que el fuego que lleva dentro prenda de verdad, que no lo apague nadie sino que se extienda por toda la tierra y que el mundo entero se abrase. Quien se aproxima a Jesús con los ojos abiertos y el corazón encendido, va descubriendo que el «fuego» que arde en su interior es la pasión por Dios y la compasión por los que sufren. Esto es lo que le mueve, le motiva y le hace vivir buscando el reino de Dios y su justicia hasta la muerte.

Esta pasión por Dios y por los pobres viene de Jesús y sólo se enciende en sus seguidores al contacto de su evangelio y de su espíritu renovador. Va más allá de lo convencional. Poco tiene que ver con la rutina del buen orden y la frialdad de lo normativo. Sin este fuego, la vida cristiana termina extinguiéndose.

El gran pecado de los cristianos será siempre dejar que este fuego de Jesús se vaya apagando. ¿Para qué sirve una Iglesia de cristianos instalados cómodamente en la vida, sin pasión alguna por Dios y sin compasión por los que sufren, cada vez más incapaces de atraer, dar luz u ofrecer calor?.

Las palabras de Jesús nos invitan a dejarnos encender por su Espíritu sin perdernos en cuestiones secundarias y periféricas. A no sustituir el amor por la doctrina religiosa, a no olvidar al Dios vivo con nuestras preocupaciones por una «ortodoxia verbal» que no enciende la fe en los corazones.

Quien no se ha dejado quemar por Jesús no conoce todavía el poder transformador que quiso introducir él en la tierra. Puede practicar correctamente una religión, pero no ha descubierto todavía lo más apasionante del Evangelio.

Monday, August 13, 2007

CC - TOrdinario - 22d (Pagola)


Lucas 14, 1.7 – 14
FUE LA OPCIÓN DE JESÚS
José Antonio Pagola

En los años posteriores al Concilio se hablaba mucho de la «opción preferencial por los pobres». La teología de la liberación estaba viva. Se percibía una nueva sensibilidad en la Iglesia. Parecía que los cristianos queríamos escuchar de verdad la llamada del Evangelio a vivir al servicio de los más desheredados del mundo.

Desgraciadamente, las cosas han ido cambiando. Algunos piensan que la «opción por los pobres» es un lenguaje peligroso inventado por los teólogos de la liberación y condenado justamente por Roma. No es así. La opción preferencial por los pobres es una consigna que le salió desde muy dentro a Jesús.

Según Lucas, éstas fueron sus palabras: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos ni a tus hermanos ni a tus parientes ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote y quedaras pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; ya te pagarán cuando resuciten los justos».

¿Se pueden tomar en serio estas palabras provocativas de Jesús? ¿Lo dice en serio o es una manera de impactar a sus oyentes? Jesús habla de invitar a los excluidos, marginados y desamparados. Son precisamente los desdichados a los que él se está dedicando en cuerpo y alma por las aldeas de Galilea.

Sabe bien que esto no es lo habitual. Los «pobres» no tienen medios para corresponder con cierta dignidad. Los «lisiados, cojos y ciegos» sencillamente no pueden. En Qumrán son precisamente los que están excluidos de la comida comunitaria.

Jesús habla en serio. Lo prioritario para quien sigue de cerca a Jesús no es privilegiar la relación con los ricos, ni atender las obligaciones familiares o los convencionalismos sociales, olvidando a los pobres. Quien escucha el corazón de Dios, comienza a privilegiar en su vida a los más necesitados.

Una vez de escuchar de labios de Jesús su opción preferencial por los pobres, no es posible evitar nuestra responsabilidad. En su Iglesia hemos de tomar una decisión: o no la tenemos en cuenta para nada, o buscamos seriamente cómo darle una aplicación generosa.

CC - TOrdinario - 21d (Pagola)

Lucas 13, 22 – 30
LOS ÚLTIMOS SERÁN LOS PRIMEROS
José Antonio Pagola

Los evangelios recogen un dicho que Jesús repitió probablemente en diversas circunstancias. Es un grito que resume su manera de ver la realidad. Las fuentes lo han conservado según una doble versión. La primera es contundente y radical: «Los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos». La segunda es más suave y matizada: «Hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos».

Jesús ve la realidad con ojos inconformistas. Las cosas no son lo que deben ser. Este orden de cosas no se ajusta a la verdad de Dios. Este mundo que estamos construyendo será sometido a una revisión a fondo. Casi todo será al revés.

Jesús conoció una «sociedad de patronazgo» donde un patrón domina y protege a sus clientes quienes, a su vez, son patronos de otros subordinados. En la cúspide de la pirámide social está el emperador Tiberio, Antipas y las familias herodianas; vienen luego, los terratenientes y sus administradores; más abajo, los jornaleros, los siervos y esclavos; por último, los que no tienen nada. Lo mismo sucede en el templo donde todos ocupan su propio lugar, desde el sumo sacerdote, los sacerdotes, levitas y funcionarios de diversos rangos, hasta los varones del pueblo y las mujeres. Fuera quedan los excluidos. Todo esto sufrirá, según Jesús, un vuelco total.

Nosotros contemplamos la realidad, jerarquizada según nuestros criterios y valoraciones. Hay un Primer Mundo y un Mundo último. Hay personas con papeles y derechos, y otras sin derechos ni papeles. Hay rangos de orden social y religioso. Hay personas respetables y gentes despreciables. También ante Dios ha de ocupar cada persona su lugar. Uno está en el centro presidiendo la liturgia, otros están más abajo; los mendigos se quedan fuera, junto a la puerta. Un día será al revés.

La sentencia de Jesús sacude nuestra rutina y nos urge a buscar el reino de Dios y su justicia. Los que brillan tanto, un día se apagarán en la oscuridad. Los que parecen algo, desaparecerán. Cada uno ocupará su lugar. Se hará justicia. Dios impondrá su verdad. Así pensaba Jesús.