Tuesday, February 28, 2012

23DC,B - 2012 (Pagola)

Marcos 9, 2-10
LIBERAR LA FUERZA DEL EVANGELIO
José Antonio Pagola

El relato de la "Transfiguración de Jesús" fue desde el comienzo muy popular entre sus seguidores. No es un episodio más. La escena, recreada con diversos recursos de carácter simbólico, es grandiosa. Los evangelistas presentan a Jesús con el rostro resplandeciente mientras conversa con Moisés y Elías.

Los tres discípulos que lo han acompañado hasta la cumbre de la montaña quedan sobrecogidos. No saben qué pensar de todo aquello. El misterio que envuelve a Jesús es demasiado grande. Marcos dice que estaban asustados.

La escena culmina de forma extraña: «Se formó una nube que los cubrió y salió de la nube una voz: Este es mi Hijo amado. Escuchadlo». El movimiento de Jesús nació escuchando su llamada. Su Palabra, recogida más tarde en cuatro pequeños escritos, fue engendrando nuevos seguidores. La Iglesia vive escuchando su Evangelio.

Este mensaje de Jesús, encuentra hoy muchos obstáculos para llegar hasta los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Al abandonar la práctica religiosa, muchos han dejado de escucharlo para siempre. Ya no oirán hablar de Jesús si no es de forma casual o distraída.

Tampoco quienes se acercan a las comunidades cristianas pueden apreciar fácilmente la Palabra de Jesús. Su mensaje se pierde entre otras prácticas, costumbres y doctrinas. Es difícil captar su importancia decisiva. La fuerza liberadora de su Evangelio queda a veces bloqueada por lenguajes y comentarios ajenos a su espíritu.

Sin embargo, también hoy, lo único decisivo que podemos ofrecer los cristianos a la sociedad moderna es la Buena Noticia proclamada por Jesús, y su proyecto de una vida más sana y digna. No podemos seguir reteniendo la fuerza humanizadora de su Evangelio.

Hemos de hacer que corra limpia, viva y abundante por nuestras comunidades. Que llegue hasta los hogares, que la puedan conocer quienes buscan un sentido nuevo a sus vidas, que la puedan escuchar quienes viven sin esperanza.

Hemos de aprender a leer juntos el Evangelio. Familiarizarnos con los relatos evangélicos. Ponernos en contacto directo e inmediato con la Buena Noticia de Jesús. En esto hemos de gastar las energías. De aquí empezará la renovación que necesita hoy la Iglesia.

Cuando la institución eclesiástica va perdiendo el poder de atracción que ha tenido durante siglos, hemos de descubrir la atracción que tiene Jesús, el Hijo amado de Dios, para quienes buscan verdad y vida. Dentro de pocos años, nos daremos cuenta de que todo nos está empujando a poner con más fidelidad su Buena Noticia en el centro del cristianismo.

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1DC.B - Homilía - 2010 (Ángel M.)

P.Ángel Martínez, escolapio

La explicación a los niños de la ‘Cuaresma’: las tres cuaresmas bíblicas: la de Moisés, la de Elías, la de Cristo; de ahí
+‘la cuaresma como tiempo de oración’
+ si queremos acertar,
+ porque la oscuridad se da cuando se trata de relaciones humanas, que en las otras ya no hace tanta falta, pues la lógica de la naturaleza nos ayuda mucho más
+ pero querer acertar, sólo lo quieren y buscan los que de verdad aman, como los padres y los santos

Pero me detuve mucho más en la cuaresma de Moisés
+ una Constitución..., para un pueblo de esclavos bárbaros
+ por hacerles ver que lo que parece simplemente humano es más complejo de lo que parece:
+ necesitamos que Dios nos dé ‘las normas’ de vida social y personal, pues las dos son inseparables

A dónde va esta introducción en este Domingo I de Cuaresma?
+ las tres lecturas abundan en el mismo mensaje:
+ hay una fuerza por encima de nosotros que gobierna la historia aunque no miremos al cielo habitualmente

En efecto:
+ 1ª lectura:
+* el diluvio, hecho de lo más cosmológico, es una ocasión para que se muestre la misericordia de Dios con el hombre: a pesar de todo, la historia, amor de Dios al ser humano, se cumplirá, porque desde el inicio hay un pacto ‘mío’, por tanto gratuito, con el hombre,
+ es hora de que os penetréis de esta visión de vuestras vidas y condición aquí abajo: yo estoy con vosotros: la vida, los vivientes, no quedarán nunca destruidos, mi palabra creadora se cumplirá siempre
+acostumbraos a descansar en mi palabra por encima de cualquier acontecimiento adverso

2ª lectura:
+ la muerte se cebó en el cuerpo de Jesús: la muerte es más que un diluvio
+ pero Jesús poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida: el Espíritu es vida
+ vida que ya abarca a toda la humanidad, desde los primeros humanos encarcelados en la muerte que produjo el diluvio y con él y en él toda catástrofe de la historia
+ San Pedro amplía y afirma la presencia de Dios en la historia entera del hombre y las aguas tenebrosas del diluvio le suministran el puente simbólico de las aguas bautismales que constituyen la continuidad cada vez más esclarecida por benéficas la presencia de Dios en la historia, pues nos permiten entrar en la vida por la resurrección de Jesús, el primero en entrar en la casa del Padre
+ y está a la derecha de Dios, vale decir –como el viejo catecismo- que el hombre en Jesús podrá tener la misma plenitud de vida como Dios tiene;
3ª lectura:
+ el espíritu guía los pasos trascendentales de Jesús: él le guía a la cuarentena de oración en el desierto antes de entrar con toda la presencia del mismo a dar testimonio al hombre de que Dios le sigue queriendo tanto que se va a hacer presente en su propio hijo que va a ser tentado también por Satanás, el polo opuesto de la mentalidad del espíritu
+ porque aunque el hombre se encuentre en esta vida entre alimañas, también tenemos, como Jesús, los ángeles buenos a nuestro servicio.

Esta, queridos hermanos, es uno de los mensajes de la palabra de Dios en este domingo I de Cuaresma: ‘Dios primero’, como dicen en América, y sólo él es fuente de esperanza verdadera, vale decir, dinámica y de descanso para el hombre viator por los caminos pedregosos de la historia. Es así también para nosotros?
Que nuestra oración sea la del salmo responsorial: Tus sendas, tus caminos, Señor, son misericordia y lealtad para los que guardan tu alianza.

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1DC.B - 2012 (Pagola)

Marcos 1, 12-15
ENTRE CONFLICTOS Y TENTACIONES
José Antonio Pagola

Antes de comenzar a narrar la actividad profética de Jesús, Marcos escribe estos breves versículos: «El Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían». Estas breves líneas son un resumen de las experiencias básicas vividas por Jesús hasta su ejecución en la cruz.

Jesús no ha conocido una vida fácil y tranquila. Ha vivido impulsado por el Espíritu, pero ha sentido en su propia carne las fuerzas del mal. Su entrega apasionada al proyecto de Dios lo ha llevado a vivir una existencia desgarrada por conflictos y tensiones. De él hemos de aprender sus seguidores a vivir en tiempos de prueba.

«El Espíritu empuja a Jesús al desierto». No lo conduce a una vida cómoda. Lo lleva por caminos de pruebas, riesgos y tentaciones. Buscar el reino de Dios y su justicia, anunciar a Dios sin falsearlo, trabajar por un mundo más humano es siempre arriesgado. Lo fue para Jesús y lo será para sus seguidores.

«Se quedó en el desierto cuarenta días». El desierto será el escenario por el que transcurrirá la vida de Jesús. Este lugar inhóspito y nada acogedor es símbolo de prueba y purificación. El mejor lugar para aprender a vivir de lo esencial, pero también el más peligroso para quien queda abandonado a sus propias fuerzas.

«Tentado por Satanás». Satanás significa "el adversario", la fuerza hostil a Dios y a quienes trabajan por su reinado. En la tentación se descubre qué hay en nosotros de verdad o de mentira, de luz o de tinieblas, de fidelidad a Dios o de complicidad con la injusticia.

A lo largo de su vida, Jesús se mantendrá vigilante para descubrir a "Satanás" en las circunstancias más inesperadas. Un día rechazará a Pedro con estas palabras: "Apártate de mí, Satanás, porque tus pensamiento no son los de Dios". Los tiempos de prueba hemos de vivirlos, como él, atentos a lo que nos puede desviar de Dios.

«Vivía entre alimañas, y los ángeles le servían». Las fieras, los seres más violentos de la tierra, evocan los peligros que amenazarán a Jesús. Los ángeles, los seres más buenos de la creación, sugieren la cercanía de Dios que lo bendice, cuida y sostiene. Así vivirá Jesús: defendiéndose de Antipas al que llama "zorra" y buscando en la oración de la noche la fuerza del Padre.

Hemos de vivir estos tiempos difíciles con los ojos fijos en Jesús. Es el Espíritu de Dios el que nos está empujando al desierto. De esta crisis saldrá un día una Iglesia más humilde y más fiel a su Señor.

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1DC.B - 2012 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

Jesús en el desierto… Lo primero que nos llama la atención es que “el Espíritu empujó a Jesús al desierto”; "empujar" indica el impulso interior que Jesús siente por dentro y que lo lleva al "desierto”.

El desierto es el lugar del combate contra las fuerzas del mal y del encuentro con Dios. El desierto representa a la sociedad judía, con la que Jesús no comparte sus valores y en la que Jesús va a realizar su misión liberadora en fidelidad al “designio” del Padre. El hombre contemporáneo huye del desierto, le asusta la soledad y la ausencia de sonidos y estímulos visuales. . Sin embargo, el desierto es un lugar fecundo, en el que podemos percibir la grandeza de Dios y el valor relativo de todo lo demás. El «desierto» es, al mismo tiempo, el mejor lugar para escuchar, en silencio y soledad, la voz de Dios.

Jesús se encuentra tranquilamente con los animales feroces del desierto. La armonía con los animales feroces y el servicio de los ángeles ponen de relieve la victoria de Jesús sobre Satanás: se presenta a Jesús como el vencedor y el desierto vuelve a florecer como un lugar de encuentro, de comunión y de intimidad con Dios.

Se ha cumplido el plazo. Esta expresión índica que se avecina un tiempo nuevo. Que se ha cumplido el plazo señalado por Dios. El momento ha llegado porque Jesús ha aparecido en esta tierra. Nuestras aspiraciones más profundas pueden realizarse. El tiempo humano es la oportunidad de llegar a vivir como hijos de Dios, en la confianza y en el abandono a Él.

“Está cerca el Reino de Dios”. Dios está cerca,... En Jesús, en sus palabras y en sus gestos ya está presente el Reino de Dios. Jesús es el Reino de Dios presente en medio de nosotros. La gran esperanza de la humanidad está aquí y ahora.

“Convertíos y creed en la Buena Noticia”... Cambiad de dirección, de manera de ver las cosas. Somos invitados, en esta Cuaresma, a una profunda conversión, una conversión del corazón. Si el corazón del hombre no es bueno, ninguna otra cosa puede llegar a ser buena y la bondad del corazón sólo puede venir de Aquél que es la Fuente de toda bondad y de todo bien.

Que hagas un buen camino de cuaresma.
Un abrazo,

Francesc Mulet

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7DO.I.B - Estudio - 2012 (M. Espejo)

P. Manolo Espejo, escolapio

(Is 43,18-25)"Mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?"

(2 Cor 1,18-22) “Él nos ha sellado y ha puesto en nosotros el Espíritu”.

(Mc 2,1-12) "Tus pecados quedan perdonados. Coge tu camilla y vete a casa"

CONTEXTO.- Jesús vuelve a Cafarnaúm. También hoy, Jesús habla a la gente, pero sigue sin decirnos de qué les habla. Una vez más, tenemos que adivinar el mensaje a través de los hechos. Por primera vez, evangelio de Mc, se habla de la oposición de los letrados, que se repetirá en los próximos textos. Los tres sinópticos relatan esta curación del paralítico, lo cual manifiesta que era recordado en todas las tradiciones.

EXPLICACIÓN.- El mensaje del episodio del paralítico es muy parecido al que leímos el domingo pasado del leproso. También al leproso se le perdonaros los “pecados”, puesto que el sacerdote le tenía que declarar puro. El paralítico era considerado impuro, porque se creía que toda enfermedad era castigo de Dios por los pecados. Ambos estaban impedidos de ser plenamente humanos.

Toda la escena del paralítico, se desarrolla en “casa”, no en el templo. El templo era el paradigma de la institución, pero había dejado de ser el lugar de la presencia de Dios, porque los dirigentes utilizaban su organigrama para oprimir a la gente. El relato nos dice que Dios está con el hombre, no en lugares sagrado sino allí donde desarrolla su actividad normal; donde lucha, donde sufre, donde llora.

“Llegaron cuatro llevando a un paralítico...” El paralítico y los cuatro portadores representan a todos los que vienen en busca de salvación. Jesús les ofrece esa salvación dándoles vida. La muchedumbre apelotonada, les impide llegar hasta Jesús. Israel que había sido cauce de salvación, es ahora el obstáculo para alcanzarla. El pueblo elegido (la puerta), está ahora obstruida, no permite el paso.

“Viendo la fe que tenían”. No se trata de una fe religiosa, sino de una confianza manifestada en las acciones. Jesús descubre la fe en los que lo llevan, pero habla al enfermo que no podía ni moverse. La fe, adhesión a Jesús, no sólo cancela el pasado de injusticia, sino que abre la posibilidad de nueva vida. A primera vista, parece que van buscando la salud física, pero Jesús se dirige al enfermo hablándole de la salud integral. Como ya dijimos, si toda enfermedad se debía al pecado, no hay por qué distinguir entre sanar y perdonar. Jesús tampoco quiere distinguir, y empieza por lo verdaderamente importante.

“Tus pecados quedan perdonados”. No le dice: yo te perdono; ni siquiera, Dios te perdona, como interpretan los fariseos, sino “tus pecados quedan perdonados”. El verbo griego (aphiemi) significa soltar, desatar, dejar libre; pero también “pasar por alto, no hacer caso”. Para mí, éste último, es el significado más adecuado. Tus pecados no son tenidos en cuenta. Es una manera excelente de expresar lo que es el perdón de Dios. Tu actitud presente es lo importante. Lo anterior no cuenta para Dios. No debe contar tampoco para ti.

Los letrados están instalados protegidos por la gente que les rodea. Representan la doctrina oficial, que no acepta la novedad de Jesús. Una y otra vez se dice que su “razonamiento” es interior (en su corazón). Todo apunta a que su presencia es sólo simbólica. Son todos los presentes los que piensan como los letrados.

“Para que veáis que “el Hijo de Hombre” tiene poder en la tierra para perdonar...” Hijo de hombre es una expresión aramea que significa simplemente “hombre”. En este caso es muy importante descubrir que Jesús actúa como ser humano, no como Dios. Para entender bien esta frase, no hay que olvidar la inseparabilidad de la enfermedad y del pecado. También la curación y el perdón del pecado son inseparables. No se trata de una demostración añadida de poder, sino de una declaración: Para que veáis que ya está curado. Jesús realiza una sola acción que tiene dos efectos, uno invisible: perdón de los pecados y otro visible y constatable: la curación del paralítico.

“Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa”. Removida la causa, se quita el efecto. Nada se hubiera conseguido si hubiera quitado el efecto sin eliminar la causa. Lo que hace el paralítico, que aún no se había enterado de que estaba curado, es demostrar con hechos la realidad. La movilidad no es un milagro añadido, sino la consecuencia del perdón. En el momento que toma conciencia de que Dios le ama, empieza a caminar.

APLICACIÓN.- Los “letrados” tenían razón al pensar que solo Dios puede perdonar pecados. Pero lo que nos dice Jesús, es que Dios no puede no perdonar. Él es perdón y está perdonando siempre. Por lo tanto, cualquier “Hombre” puede perdonar pecados, porque únicamente se trata de convencer al otro de que Dios le ama. La "buena noticia" de Jesús se resume en este mensaje: Dios es amor incondicional y para todos. Para los fariseos, Dios era justo. Tenía que pagar a cada uno su merecido. Hoy, seguimos aferrados a esta idea farisaica. También hoy, se llama blasfemo al que se atreve a predicar el perdón. No nos damos cuenta de la monstruosidad de esa postura. Indirectamente estamos diciendo que si Dios me perdona es porque me lo he merecido. ¡Absurdo!

El tema del pecado y del perdón, es uno de los más embrollados de nuestra religión. Toda la doctrina que nos han enseñado sobre ambos, tiene muy poco que ver con el evangelio. En ella hemos proyectado sobre Dios nuestro concepto de justicia, y nos hemos olvidado de que el Dios de Jesús es amor. Para nosotros la justicia es restablecer un equilibrio que se ha roto por una injusticia. Creemos que “pecado” es hacer daño al otro, y tenemos que resarcir al otro de ese daño. La cosa se complica aún más, cuando pensamos que ese otro, es Dios y que pecado es hacerle daño. Para salir del pecado, tenemos que pagar a Dios la ofensa o, peor todavía, que otro tiene que pagar por nosotros...

Pecado es una actitud contraria al bien del hombre. Cuando uno peca, se daña, en primer lugar, a sí mismo; no hace falta que nadie lo castigue. Ya se ha castigado él mismo. El daño al otro no es el pecado, sino la consecuencia del pecado. Pecado no es el acto concreto con el que he hecho daño a otro o a mí mismo. Pecado es una actitud que me deteriora como ser humana. Una confesión que tienen en cuenta sólo el acto y no afecta para nada a la actitud, será completamente estéril. Esta falsa concepción del pecado, es la que nos impide entrar en la dinámica del evangelio. La justicia humana trata de reparar un daño que se ha infringido a otro, y no puede ir más allá. Eso para Dios no tiene sentido. Para Dios todo está siempre en equilibrio, en ningún momento se da una situación de injusticia. Por eso el Dios de Jesús busca al pecador que es el verdaderamente dañado, impedido, muerto, para sacarle de esa situación de inhumanidad.

Pecado en el AT, era errar el blanco; en el doble sentido de apuntar a un blanco falso o apuntar a un blanco acertado, pero errar por falta de entrenamiento. ¡Mucha atención! En ambos casos el yerro se debe a una realidad anterior al hecho mismo de disparar. Un fallo no se arregla con sacrificios o lamentos; menos aún con perdón o comprensión venido de fuera. Si descubro que voy por un camino que me lleva al abismo, la única solución es que abandone el camino y emprenda otra dirección. ¿De qué me serviría lamentarme o pedir comprensión, si no abandono la trayectoria? Si creemos que el perdón consiste en que Dios cambie su actitud para con nosotros, y resulta que eso es imposible, porque Dios ni puede, ni tiene nada que cambiar; y por nuestra parte no se produce ningún cambio en nosotros, porque lo único que buscamos es que nos quiten el pecado sin modificar la actitud, ¿En qué se queda la confesión puramente verbal, que todos hemos practicado tantas veces?

La opresión, activa o pasiva (el pecado del mundo), es la causa de toda parálisis que impide al hombre ser él. Sólo el mal moral tiene verdaderamente capacidad de paralizar absolutamente. El mal físico (una enfermedad, un accidente o algún daño causado por otro) solo paraliza cuando la persona no es auténticamente persona. En contra de lo que se oye con demasiada frecuencia, nunca como hoy se ha tenido más clara conciencia del pecado, del único que existe, la opresión. Cada vez más los cristianos, sobre todo los jóvenes, se niegan a ver pecados mortales por todas partes. Dentro y fuera del cristianismo, está creciendo la conciencia de injusticia y opresión que invade nuestra sociedad. Éste es el único pecado contra el que debemos luchar en nombre del evangelio.

La invitación a cargar con su pasado es determinante a tratar del futuro de una persona que ha fallado en su vida. Todas las enfermedades síquicas que no son consecuencia de lesiones o desarreglos neuronales, tienen su causa en la falta de integración del pasado. Esquizofrenias, neurosis, depresiones, etc. son desajustes en la aceptación de nuestro pasado. Si no se hubiera echado al hombro la camilla, la hubiera llevado arrastras, que es mucho más difícil. No podemos deshacernos de nuestro pasado, pero podemos cargarlo a la espalda y no identificarnos con él. Con el pasado a cuestas, debemos caminar mirando al futuro poniendo nuestra esperanza en él.

+

Meditación-contemplación


¡Tus pecados están perdonados!
En el momento que te lo creas de verdad,
toda tu vida cambiará radicalmente.
La preocupación más fuerte y más paralizante se desvanecerá.
………………..

No pierdas el tiempo pidiendo perdón a Dios.
Perdónate tú mismo y perdona siempre a los demás.
En la medida que hagas esto último,
Descubrirás que Él te proporciona perdón-amor para dar y tomar.
………………..

Échate a la espalda el pasado.
Por pesada que sea la mochila,
Tú eres mucho más que lo que hay dentro de ella.
El mismo Dios es tu energía,
Nada ni nadie podrá impedir que llegues a la META.

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7DO.I.B - 2012 (Pagola)

Marcos 2, 1-12
CURADOR DE LA VIDA
José Antonio Pagola

Jesús fue considerado por sus contemporáneos como un curador singular. Nadie lo confunde con los magos o curanderos de la época. Tiene su propio estilo de curar. No recurre a fuerzas extrañas ni pronuncia conjuros o fórmulas secretas. No emplea amuletos ni hechizos. Pero cuando se comunica con los enfermos contagia salud.

Los relatos evangélicos van dibujando de muchas maneras su poder curador. Su amor apasionado a la vida, su acogida entrañable a cada enfermo, su fuerza para regenerar lo mejor de cada persona, su capacidad de contagiar su fe en Dios creaban las condiciones que hacían posible la curación.

Jesús no ofrece remedios para resolver un problema orgánico. Se acerca a los enfermos buscando curarlos desde su raíz. No busca solo una mejoría física. La curación del organismo queda englobada en una sanación más integral y profunda. Jesús no cura solo enfermedades. Sana la vida enferma.

Los diferentes relatos lo van subrayando de diversas maneras. Libera a los enfermos de la soledad y la desconfianza contagiándoles su fe absoluta en Dios: "Tú, ¿ya crees?". Al mismo tiempo, los rescata de la resignación y la pasividad, despertando en ellos el deseo de iniciar una vida nueva: "Tú, ¿quieres curarte?".

No se queda ahí. Jesús los libera de lo que bloquea su vida y la deshumaniza: la locura, la culpabilidad o la desesperanza. Les ofrece gratuitamente el perdón, la paz y la bendición de Dios. Los enfermos encuentran en él algo que no les ofrecen los curanderos populares: una relación nueva con Dios que los ayudará a vivir con más dignidad y confianza.

Marcos narra la curación de un paralítico en el interior de la casa donde vive Jesús en Cafarnaún. Es el ejemplo más significativo para destacar la profundidad de su fuerza curadora. Venciendo toda clase de obstáculos, cuatro vecinos logran traer hasta los pies de Jesús a un amigo paralítico.

Jesús interrumpe su predicación y fija su mirada en él. ¿Dónde está el origen de esa parálisis? ¿Qué miedos, heridas, fracasos y oscuras culpabilidades están bloqueando su vida? El enfermo no dice nada, no se mueve. Allí está, ante Jesús, atado a su camilla.

¿Qué necesita este ser humano para ponerse en pie y seguir caminando? Jesús le habla con ternura de madre: «Hijo, tus pecados quedan perdonados». Deja de atormentarte. Confía en Dios. Acoge su perdón y su paz. Atrévete a levantarte de tus errores y tu pecado. Cuántas personas necesitan ser curadas por dentro. ¿Quién les ayudará a ponerse en contacto con un Jesús curador?

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7DO.I.B - 2012 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio
El paralítico es el prototipo de la invalidez, el hombre que no puede moverse por sí mismo ni tiene libertad de acción… era una situación sin remedio y equivalía a estar muerto, ¿no es esa la situación de muchos seres humanos hoy?

Se trataba de un paralítico, que por sí mismo, no podía acercarse a Jesús. No sólo era la distancia, sino la muralla humana que se interponía entre los dos. La gran cantidad de gente que había acudido impedía al paralítico llegar a Jesús. Ante las dificultades, podía haberse resignado y quedarse en casa. Pero este hombre tenía amigos dispuestos a ayudarle. Y estos hombres, tenían fe en Jesús.

Jesús ve, en efecto, “la fe que tenían”. La respuesta de Jesús a su fe no es la curación del enfermo, como se podría esperar. La sola curación física del paralítico sería una restauración a medias: se le restituiría la salud exterior, pero el hombre no quedaría curado del todo y permanecería en su desorden interior.

Los cristianos no valoramos suficientemente la fuerza liberadora que encierra la experiencia del perdón de Dios. El perdón quiere decir que nuestra vida siempre tiene salida. Siempre podemos empezar de nuevo. Quién cree en el perdón, quién hace la experiencia interior del perdón de Dios nunca está perdido. En lo más profundo de su ser encontrará siempre la fuerza para levantarse y comenzar de nuevo.

Sentirse necesitado de perdón y perdonar son exigencias del amor y pertenecen a una gran necesidad humana... El ser humano es débil, limitado y lleno de fragilidades. Necesitamos el perdón y sólo desde la experiencia de ser acogidos y perdonados podemos avanzar en nuestra vida.

El perdón es la posibilidad humana de realización, ya que perdonar y recibir el perdón es contar con la capacidad de cambiar nuestra vida, de reconstruir nuestra propia historia, de mejorar las relaciones con nosotros mismos y con los demás. El perdón nos abre un horizonte de esperanza.

El Evangelio de hoy pone de relieve la urgencia de volver a curar toda nuestra persona. Tenemos tanta necesidad de la serenidad interior como de la salud.

Podemos imaginar que nosotros somos hoy ante Jesús ese paralítico necesitado de su perdón y de su amor, a quien Jesús le dice: “hijo, tus pecados quedan perdonados”.

Ánimo en esta tarea de seguimiento de Jesús. Perdonemos y oremos mutuamente.
Un abrazo,

Francesc Mulet

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6DO.I.B - 2012 (Pagola)

Marcos 1, 40-45
AMIGO DE LOS EXCLUIDOS
José Antonio Pagola

Jesús era muy sensible al sufrimiento de quienes encontraba en su camino, marginados por la sociedad, despreciados por la religión o rechazados por los sectores que se consideraban superiores moral o religiosamente.

Es algo que le sale de dentro. Sabe que Dios no discrimina a nadie. No rechaza ni excomulga. No es solo de los buenos. A todos acoge y bendice. Jesús tenía la costumbre de levantarse de madrugada para orar. En cierta ocasión desvela cómo contempla el amanecer: "Dios hace salir su sol sobre buenos y malos". Así es él.

Por eso, a veces, reclama con fuerza que cesen todas las condenas: "No juzguéis y no seréis juzgados". Otras, narra pequeñas parábolas para pedir que nadie se dedique a "separar el trigo y la cizaña" como si fuera el juez supremo de todos.

Pero lo más admirable es su actuación. El rasgo más original y provocativo de Jesús fue su costumbre de comer con pecadores, prostitutas y gentes indeseables. El hecho es insólito. Nunca se había visto en Israel a alguien con fama de "hombre de Dios" comiendo y bebiendo animadamente con pecadores.

Los dirigentes religiosos más respetables no lo pudieron soportar. Su reacción fue agresiva: "Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de pecadores". Jesús no se defendió. Era cierto. En lo más íntimo de su ser sentía un respeto grande y una amistad conmovedora hacia los rechazados por la sociedad o la religión.

Marcos recoge en su relato la curación de un leproso para destacar esa predilección de Jesús por los excluidos. Jesús está atravesando una región solitaria. De pronto se le acerca un leproso. No viene acompañado por nadie. Vive en la soledad. Lleva en su piel la marca de su exclusión. Las leyes lo condenan a vivir apartado de todos. Es un ser impuro.

De rodillas, el leproso hace a Jesús una súplica humilde. Se siente sucio. No le habla de enfermedad. Solo quiere verse limpio de todo estigma: «Si quieres, puedes limpiarme». Jesús se conmueve al ver a sus pies aquel ser humano desfigurado por la enfermedad y el abandono de todos. Aquel hombre representa la soledad y la desesperación de tantos estigmatizados. Jesús «extiende su mano» buscando el contacto con su piel, «lo toca» y le dice: «Quiero. Queda limpio».

Siempre que discriminamos desde nuestra supuesta superioridad moral a diferentes grupos humanos (vagabundos, prostitutas, toxicómanos, sidóticos, inmigrantes, homosexuales...), o los excluimos de la convivencia negándoles nuestra acogida, nos estamos alejando gravemente de Jesús.

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6DO.I.B - 2012 (Mulet)

Francesc Mulet escolapio

En el texto de este domingo nos encontramos un breve diálogo de fe entre Cristo y un enfermo de lepra; que concluye con la curación de éste por Jesús. El enfermo es reintegrado así a la comunidad de los hermanos, de la que su enfermedad le apartaba según la prescripción del Levítico.

Criterio último y definitivo para conocer al cristiano maduro en su fe es ver cómo se relaciona con Dios, viviendo su fe como diálogo y no como monólogo egocéntrico. La fe como diálogo comienza por la absoluta disponibilidad para escuchar a Dios, a fin de darle después una respuesta personal que nos capacita para el testimonio exterior.

Cuanto más inmadura es la fe, es decir, la experiencia y el contacto con Dios, mayor será el deseo, la tentación y el peligro de buscar un sistema de seguridad por medio de un montaje religioso, calculado a la propia medida. Esto se da tanto a nivel popular como a nivel teológico y pastoral. A nivel popular se plasma en lo que podemos llamar "el seguro religioso del pequeño burgués", instalado en su rutina egoísta y conservadora. A nivel teológico-pastoral, frente a una teología que avanza en el diálogo y compromiso con el mundo, hay quienes prefieren un sistema férreo de conceptos teológicos y normas fijas que aquilata al milímetro los términos, pero que desdibuja la transmisión del misterio y se despreocupa de la vida.

Es evidente que el camino hacia una fe madura conlleva crisis y dificultades. Unas provienen del exterior, otras del interior. Entre las dificultades provenientes de fuera de la persona hay que enumerar al menos tres:

1ª. La escasa transparencia de los medios y signos por los que habitualmente nos llega la fe: palabra, sacramentos y comunidad.

2ª. Las deficiencias en la transmisión de la fe: educación religiosa en la familia, en la catequesis, en la enseñanza y en la predicación en general.

3ª. La falta de testimonio vivo de fe en su conducta familiar, laboral y social por parte de quienes se dicen creyentes y cristianos. Ésta tercera es la causa más grave de las tres.

El diálogo de una fe madura se realiza con Dios, mediante la oración y la meditación, que han de ser también revisión de vida; así las relaciones fraternas y los asuntos temporales se ven en relación con Dios. Finalmente el diálogo de la fe aterriza y se encarna en el mundo y en la realidad, prosaica a veces, esperanzada otras, conflictiva las más y humana siempre.

El evangelio nos enseña a dialogar con el Señor. Ánimo y a seguir adelante en esta tarea.

Que tengas una buena semana y que reces también por los escolapios.
Un abrazo,
Francesc Mulet

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5DO.I,B - Homilía - 2012 (Ángel M.)

P. Ángel Martínes

+Job comienza su quejosa meditación sobre la pesadumbre de la vida iluminámdola con un principio que parece tranquilizarle la mente y extender un paño consolador sobre las penalidades de la misma, de su vida, que, según la Escritura, en él, aparecen como extremas; el hombre, dice, ”está en la tierra cumpliendo un servicio, sus días son los de un jornalero...que aguarda el salario ”. No cabe duda que el lenguaje metafórico con que embellecemos los pesares diarios entraña un alivio de los mismos, al fin y al cabo el hombre también es pensamiento y conocemos la fuerza de éste en todo nuestro ser, sobre todo cuando es nuestra propia mente la que lo ha fabricado.

Pero, a continuación, una vez más al sosiego de la oración se le sobrepone todo el peso del día a día; y entonces todo en Job, como en cualquier hombre que sufre, se convierte en llanto plañidero y comienza a describir la dura realidad tal como la siente a diario, y no esfumada como se la presenta la mente; y entonces:

+*se sabe un esclavo que constantemente busca en la sombra el alivio pronto del pondus diei et aestus

+*que lo único que tiene entre manos son días, meses, años baldíos, es decir vacíos, que no le aportan ningún consuelo ni alivio

+*que ni siquiera la noche, que se alarga, le sirve de descanso, pues se le sume en una fatiga interminable, con negros pensamientos, hasta el alba, cuya espera se le hace eterna, dando vueltas y más vueltas, hasta con la misma incertidumbre de si ella, el alba, lo encontrará vivo

+*pero además, dice, mis días corren más que una lanzadera lo que convierte mi vida en un soplo, y qué esperanza de nada me puede quedar, pues sé que mis ojos no verán más la dicha.

Es posible que también a nosotros los años de nuestra vejez se nos tornen insípidos, sobre todo si los de nuestra juventud y adultez han sido brillantes por su actividad y dinamismo. Con todo, hemos de reconocer que hay en nuestro mundo muchas personas a las que la vida, demasiada colmada a veces de dolor, o de simple vacío se les presente como a Job como una pasión inútil, según decía Sartre, como una experiencia sin sentido.

+ En la segunda lectura, Pablo, en diálogo hecho público, pues lo incluye en una carta dirigida a los Corintios, pero que en el fondo es un monólogo consigo mismo, ahonda en la reflexión de Job, pero la ilumina con reflectores altamente espirituales: ¿mi vida...?, se pregunta, no tiene otra alternativa que la de predicar, pues no la he escogido yo a mi gusto, en cuyo caso tendría mis supuestos derechos a las rentas de ese capital mío aventurado por mí; pero no, toda ella es un encargo que otro ha puesto sobre mis hombros; por eso, si se me ocurriera preguntar ¿cuál es mi paga?, me respoondo, dice, simplemente la de predicar, dar a conocer el evangelio, anunciándolo precisamente de balde, pues no es mío, ni siquiera me torturo con la esperanza de los supuestos derechos del portador. Mi respuesta a la gratuidad de la elección de mi vida por otro, es tan gratuita como la misma elección; por eso me abajo a los débiles aunque yo no lo sea... y nada espero de esto como no sea el participar también yo del contenido del Evangelio que predico siendo él un gran don no merecido pero, además, profundamente rico.

Como vemos, hermanos la respuesta de Pablo a la vida dista toto coelo a la quejumbrosa de Job, que por lo demás no criticamos, pues tantas veces caemos también nosotros en exigencias por lo que hacemos, incluso con la experiencia repetida de que cada vez que lo hacemos así, repetimos en nosotros la desesperanza, pues sólo un corazón sencillo y dispuesto a la entrega puede satisfacerle de verdad, en profundidad al hombre, hecho a imagen de Dios que es todo amor gratuito, ofrecido, desinteresado. La advertencia que Pablo se hace a sí mismo, cuando exclama “y ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio! Nos recuerdan esas otras Palabras de la Escritura: “No entrarán en mi descanso”. El descanso de Dios es, primero la paz del alma, “mi paz os doy”, que nos prometió Jesús, y con ella todo los demás. Y de esa paz sólo disfruta el hombre que se siente evangelio, buena noticia que ofrecer a su hermano con su conducta, pues los bienes del evangelio son a la vez la mejor paga para el mismo hombre que lo predica. Y quizás, este de los bienes del evangelio sea un capítulo que predicamos poco: la buena conciencia con Dios, con el prójimo y consigo mismo; la mente clara sobre los valores de la vida cristiana, las ventajas de esforzarse en entrar por la vía estrecha de fidelidad que mantiene la vida en equilibrio, la esperanza en la Providencia de Dios, la fe en que Dios se ha encarnado para darnos ejemplo de vida y fuerzas con su gracia, la caridad, cuya consumación nos aguarda en el Cielo. Esa es nuestra paga, la paga de la vida para el cristiano.

Finalmente en el Evangelio de hoy contemplamos, como de costumbre, a Jesús haciendo realidad concreta la doctrina considerada en las dos primeras lecturas: habilitando a la suegra de Pedro, que por cierto, enferma, debía sufrir más por no poder serles útil que por el malestar de la fiebre; de hecho significativamente añade el evangelista: enseguida se puso a servirles: esa fue la paga que esperaba. Y a continuación la enorme y polifacética acción curativa de Jesús y la oración de madrugada en el silencio de la creación, sumido en el amor al Padre (qué consolador ejemplo para nosotros) y la respuesta que dio a los suyos, cuando para arrancarle con fuerza de su oración le dijeron ’todo el mundo te busca’... Pues, si es así, salgamos nosotros a su encuentro, vayamos a sus aldeas a predicarles en ellas, que para eso he venido yo. Es la respuesta a la queja de Job y al temor de Pablo: ay de mí si no predicare... Y así recorrió toda Galilea predicando, adoctrinando y expulsando a tanto demonio que tantas veces se introduce en nuestras vidas

La vida: una oportunidad que se nos ha dado, para, superando las lamentaciones sobre sus pesadumbres, predicar el evangelio cada uno en la medida en que lo haya recibido y se vea identificado con él.

Terminemos la escucha de la Palabra de Dios en esta Eucaristía, repitiendo una vez más el estribillo del salmo responsorial: Alabad al Señor que sana los corazones quebrantados. Sólo Dios puede cambiar nuestras quejas en actividades evangélicas. Así sea, así es.

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5DO.I,B - 2012 (Pagola)

Marcos 1,29-39
A LA PUERTA DE NUESTRA CASA
José Antonio Pagola

En la sinagoga de Cafarnaún Jesús ha liberado por la mañana a un hombre poseído por un espíritu maligno. Ahora se nos dice que sale de la «sinagoga» y marcha a «la casa» de Simón y Andrés. La indicación es importante pues, en el evangelio de Marcos, lo que sucede en esa casa encierra siempre alguna enseñanza para las comunidades cristianas.

Jesús pasa de la sinagoga, lugar oficial de la religión judía, a la casa, lugar donde se vive la vida cotidiana junto a los seres más queridos. En esa casa se va a ir gestando la nueva familia de Jesús. Las comunidades cristianas han de recordar que no son un lugar religioso donde se vive de la Ley, sino un hogar donde se aprende a vivir de manera nueva en torno a Jesús.

Al entrar en la casa, los discípulos le hablan de la suegra de Simón. No puede salir a acogerlos pues está postrada en cama con fiebre. Jesús no necesita más. De nuevo va a romper el sábado por segunda vez el mismo día. Para él lo importante es la vida sana de las personas, no las observancias religiosas. El relato describe con todo detalle los gestos de Jesús con la mujer enferma.

«Se acercó». Es lo primero que hace siempre: acercarse a los que sufren, mirar de cerca su rostro y compartir su sufrimiento. Luego, «la cogió de la mano»: toca a la enferma, no teme las reglas de pureza que lo prohíben; quiere que la mujer sienta su fuerza curadora. Por fin, «la levantó», la puso de pie, le devolvió la dignidad.

Así está siempre Jesús en medio de los suyos: como una mano tendida que nos levanta, como un amigo cercano que nos infunde vida. Jesús solo sabe servir, no ser servido. Por eso la mujer curada por él se pone a «servir» a todos. Lo ha aprendido de Jesús. Sus seguidores han de vivir acogiéndose y cuidándose unos a otros.

Pero sería un error pensar que la comunidad cristiana es una familia que piensa solo en sus propios miembros y vive de espaldas al sufrimiento de los demás. El relato dice que, ese mismo día, «al ponerse el sol», cuando ha terminado el sábado, le llevan a Jesús toda clase de enfermos y poseídos por algún mal.

Los cristianos hemos de grabar bien la escena. Al llegar la oscuridad de la noche, la población entera con sus enfermos «se agolpa a la puerta». Los ojos y las esperanzas de los que sufren buscan la puerta de esa casa donde está Jesús. La Iglesia solo atrae de verdad cuando la gente que sufre puede descubrir dentro de ella a Jesús curando la vida y aliviando el sufrimiento. A la puerta de nuestras comunidades hay mucha gente sufriendo. No lo olvidemos.

5DO.I.B- 2012 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

La palabra de este domingo nos muestra a Jesús venciendo con su poder divino el mal que, como vemos en el caso de Job y en los numerosos enfermos que cura Cristo, trata de dominar al hombre de múltiples maneras, físicas y espirituales. También Pablo siente la urgencia de proclamar la salvación de Dios para el hombre y exclama: ¡Ay de mí si no anuncio el evangelio!

Hay en el evangelio de hoy un detalle que no puede pasarnos desapercibido. Al día siguiente de haber curado Jesús a la suegra del apóstol Pedro y a otros muchos enfermos que le trajeron al atardecer, el Señor "se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar". Es frecuente en los evangelios esta referencia a la oración de Jesús, que fue su diálogo constante con el Padre.

Tal es la actitud de una fe madura. Sobre ella reflexionaremos hoy, acentuando la necesidad de la madurez personal como soporte de esa fe, para dar el paso de una fe infantil a un cristianismo adulto.

Hablamos hoy de cristianos maduros no por moda o por emancipación del paternalismo clerical de antaño, sino por la convicción profunda de que la fe, para sobrevivir en un mundo secularizado, ha de caminar al mismo paso que la madurez y progresiva personalización del desarrollo humano. Por eso deben corresponderse maduración humana y madurez cristiana.

A las edades cronológicas de la vida: infancia, adolescencia, juventud, edad madura y ancianidad, corresponde una edad sicológica, que no permite el estancamiento ni la regresión. Esto debiera ser así, pero con frecuencia el desarrollo no es rectilíneo, sino con altibajos como efecto de las regresiones que dificultan la integración personal y la convivencia.

Una madurez total es un ideal difícil de alcanzar, pero esforzarse por darle alcance es un deber moral del hombre y de la mujer.

Respecto de la Iglesia, la actitud madura es sentirse miembro responsable de la misma. Ni identificación infantil ni crítica destructiva, sino adhesión personal a la misión de la misma, viviendo bajo el signo del Espíritu con los demás y para los otros, para la difusión de la justicia, de la paz y del amor evangélico. Para esto hay que tomar conciencia de dos aspectos.

1) Vocación del cristiano en la Iglesia de Dios.

2) Es necesario soportar los defectos ajenos lo mismo que los propios, porque son fruto de las limitaciones humanas de una Iglesia compuesta de hombres y mujeres, una comunidad que es santa y pecadora simultáneamente. El tesoro de la fe "lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros" (2Cor 4,7).

En la vida encontramos pocos cristianos auténticamente adultos; pero la verdad es que tampoco existen muchos hombres y mujeres maduros, con personalidad armónica, seguros de sí mismos y equilibrados.

Vivimos en una civilización masiva que no favorece sino que aliena la persona, debido al consumismo, la propaganda del tener sobre el ser, la televisión que infantiliza, la manipulación ideológica, etc.

Una civilización donde la neurosis y la despersonalización de las relaciones, el vértigo y la prisa, la hipertrofia de los sentidos y de la corporalidad, retardan la maduración del individuo, creando regresiones sicológicas y fomentando fijaciones conflictivas. Hemos de reaccionar, motivándonos para crecer con la ayuda de Dios como personas y creyentes.

Ten ánimo y continúa en este camino de personalización y seguimiento del Señor. Reza por los escolapios.

Una abrazo fraterno,
Francesc Mulet

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