Monday, November 29, 2010

1DA.A - 2010 (Pagola)

Mateo 24, 37-44
SIGNOS DE LOS TIEMPOS
José Antonio Pagola

Los evangelios han recogido de diversas formas la llamada insistente de Jesús a vivir despiertos y vigilantes, muy atentos a los signos de los tiempos. Al principio, los primeros cristianos dieron mucha importancia a esta "vigilancia" para estar preparados ante la venida inminente del Señor. Más tarde, se tomó conciencia de que vivir con lucidez, atentos a los signos de cada época, es imprescindible para mantenernos fieles a Jesús a lo largo de la historia.

Así recoge el Vaticano II esta preocupación: "Es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de esta época e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y futura...".

Entre los signos de estos tiempos, el Concilio señala un hecho doloroso: "Crece de día en día el fenómeno de masas que, prácticamente, se desentienden de la religión". ¿Cómo estamos leyendo este grave signo? ¿Somos conscientes de lo que está sucediendo? ¿Es suficiente atribuirlo al materialismo, la secularización o el rechazo social a Dios? ¿No hemos de escuchar en el interior de la Iglesia una llamada a la conversión?

La mayoría se ha ido marchando silenciosamente, sin sacar ruido alguno. Siempre han estado mudos en la Iglesia. Nadie les ha preguntado nada importante. Nunca han pensado que podían tener algo que decir. Ahora se marchan calladamente. ¿Qué hay en el fondo de su silencio? ¿Quién los escucha? ¿Se han sentido alguna vez acogidos, escuchados y acompañados en nuestras comunidades?

Muchos de los que se van eran cristianos sencillos, acostumbrados a cumplir por costumbre sus deberes religiosos. La religión que habían recibido se ha desmoronado. No han encontrado en ella la fuerza que necesitaban para enfrentarse a los nuevos tiempos. ¿Qué alimento han recibido de nosotros? ¿Dónde podrán ahora escuchar el Evangelio? ¿Dónde podrán encontrarse con Cristo?

Otros se van decepcionados. Cansados de escuchar palabras que no tocan su corazón ni responden a sus interrogantes. Apenados al descubrir el "escándalo permanente" de la Iglesia. Algunos siguen buscando a tientas. ¿Quién les hará creíble la Buena Noticia de Jesús?

Benedicto XVI viene insistiendo en que el mayor peligro para la Iglesia no viene de fuera, sino que está dentro de ella misma, en su pecado e infidelidad. Es el momento de reaccionar. La conversión de la Iglesia es posible, pero empieza por nuestra conversión, la de cada uno.

Labels: , , , ,

1DA.A - 2010 (Mulet)

Francesc Mulet

Comenzamos hoy simultáneamente el tiempo de adviento y el año litúrgico. El adviento es polivalente. Por una parte, se orienta a la celebración de la primera venida histórica de Cristo en carne mortal; pero, por otra, nos remite también a su venida última en poder y gloria, sin perder por ello la perspectiva del presente en que se realizan las continuas venidas de Dios en los acontecimientos diarios de la historia personal y comunitaria.

La utopía mesiánica de la paz universal que proclama el profeta Isaías -“de las espadas forjarán arados, de las lanzas podaderas”- se hace realidad en Cristo Jesús, a quien el adviento cristiano proclama Mesías y Príncipe de la paz

El adviento, más que un tiempo limitado a cuatro semanas del calendario, es una actitud permanente, un estilo de vida para el cristiano, un proceso de liberación siempre en marcha hacia Dios, hacia los hermanos y hacia el mundo como lugar teológico de la presencia y acción salvadora de Dios. El adviento es también la hora apremiante de Dios.

El estilo vigilante del adviento inacabado es lo que distingue al creyente. Porque el adviento es la iniciativa constante de Dios mismo que viene a nuestro encuentro para confiarnos una tarea apasionante y siempre inacabada: la construcción del mundo y del hombre nuevos. Por eso el adviento es realidad presente y esperanza futura, es respuesta al vacío existencial de muchos, es razón para vivir, amar y esperar a pesar del desencanto y el cansancio de la vida.

Así que ánimo que está cerca nuestra Salvación.

Un abrazo,
Francesc Mulet i Ruís

34DO.II,C - Cristo Rey - 2010 (Pagola)

Lucas 23, 35-43
CARGAR CON LA CRUZ
José Antonio Pagola

El relato de la crucifixión, proclamado en la fiesta de Cristo Rey, nos recuerda a los seguidores de Jesús que su reino no es un reino de gloria y de poder, sino de servicio, amor y entrega total para rescatar al ser humano del mal, el pecado y la muerte.

Habituados a proclamar la "victoria de la Cruz", corremos el riesgo de olvidar que el Crucificado nada tiene que ver con un falso triunfalismo que vacía de contenido el gesto más sublime de servicio humilde de Dios hacia sus criaturas. La Cruz no es una especie de trofeo que mostramos a otros con orgullo, sino el símbolo del Amor crucificado de Dios que nos invita a seguir su ejemplo.

Cantamos, adoramos y besamos la Cruz de Cristo porque en lo más hondo de nuestro ser sentimos la necesidad de dar gracias a Dios por su amor insondable, pero sin olvidar que lo primero que nos pide Jesús de manera insistente no es besar la Cruz sino cargar con ella. Y esto consiste sencillamente en seguir sus pasos de manera responsable y comprometida, sabiendo que ese camino nos llevará tarde o temprano a compartir su destino doloroso.

No nos está permitido acercarnos al misterio de la Cruz de manera pasiva, sin intención alguna de cargar con ella. Por eso, hemos de cuidar mucho ciertas celebraciones que pueden crear en torno a la Cruz una atmósfera atractiva pero peligrosa, si nos distraen del seguimiento fiel al Crucificado haciéndonos vivir la ilusión de un cristianismo sin Cruz. Es precisamente al besar la Cruz cuando hemos de escuchar la llamada de Jesús: «Si alguno viene detrás de mí... que cargue con su cruz y me siga».

Para los seguidores de Jesús, reivindicar la Cruz es acercarse servicialmente a los crucificados; introducir justicia donde se abusa de los indefensos; reclamar compasión donde sólo hay indiferencia ante los que sufren. Esto nos traerá conflictos, rechazo y sufrimiento. Será nuestra manera humilde de cargar con la Cruz de Cristo.

El teólogo católico Johann Baptist Metz viene insistiendo en el peligro de que la imagen del Crucificado nos esté ocultando el rostro de quienes viven hoy crucificados. En el cristianismo de los países del bienestar está ocurriendo, según él, un fenómeno muy grave: "La Cruz ya no intranquiliza a nadie, no tiene ningún aguijón; ha perdido la tensión del seguimiento a Jesús, no llama a ninguna responsabilidad, sino que descarga de ella".

¿No hemos de revisar todos cuál es nuestra verdadera actitud ante el Crucificado? ¿No hemos de acercarnos a él de manera más responsable y comprometida?

Labels: , , , ,

34DO.II,C - Cristo Rey - 2010 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

La fiesta de Jesucristo, rey del universo, corona el recorrido de la vida del Señor. La lectura evangélica de hoy enmarca la realeza de Cristo en el contexto de su muerte salvadora. Jesús reina desde el trono de la cruz. Todo esto suscita una pregunta inquietante: ¿Qué clase de soberanía es la de Cristo, si se afirma en situación tan humillante para Él?

Mientras Jesús muere en la cruz, el pueblo mira en silencio y las autoridades judías con los soldados romanos hacen mofa sarcástica de Él.

Jesús se declaró rey tan sólo una vez en su vida: ante el tribunal de Pilatos. Pero dejó bien claro que su reino no es como los de este mundo. Cristo aparece en su pasión como un rey en quien todo es antinomia y paradoja. Su trono, la cruz; su corona, de espinas; su cetro, una caña; su púrpura, un manto raído; sus armas, la justicia y la verdad; su ley constitucional, el amor; su fuerza y poder, la debilidad. Para él reinar es servir. Por eso jamás cedió a la tentación del mesianismo triunfalista, aunque en ello le fue la vida.

La fuerza de la debilidad: La tentación que se le sugiere a Cristo en el momento cumbre de su misión, es la fuerza y el poder de un reino político. Pero también ha sido y es la tentación de la comunidad cristiana, desde los tiempos de Constantino el Grande hasta hoy. Utilizar el poder temporal o "brazo secular" para implantar en la tierra el reino de Dios con los métodos humanos es olvidar el ejemplo de Jesús y sus palabras. En la historia del cristianismo se repitió el malentendido cada vez que la Iglesia y los cristianos quisieron dominar con poder temporal y sacralizaron imperios terrenos.

La festividad de Cristo Rey nos enseña una lección que hemos de aprender bien: La flaqueza y la debilidad de la cruz de Cristo son la fuerza y el poder de Dios, lo único que salva y realiza el reinado de Dios en el mundo de los hombres, donde queda tanto por hacer. Como avisaba san Pablo, el mundo nunca ha entendido ni puede entender la paradoja -escándalo para unos, necedad para otros- de un rey cuyo trono es una cruz; pero la fe y la amistad, el testimonio y el anuncio de Cristo crucificado es para el seguidor de Jesús fuerza liberadora y sabiduría superior de Dios.

Unamos nuestra oración a todos los que siguen en la tarea del Reino de Dios, con la cruz del Señor como nuestra mayor fuerza.

Un abrazo,
Francesc Mulet

Labels: , , , ,

33DO.II,C - 2010 (Pagola)

Lucas 21, 5-19
PARA TIEMPOS DIFÍCILES
José Antonio Pagola

Los profundos cambios socioculturales que se están produciendo en nuestros días y la crisis religiosa que sacude las raíces del cristianismo en occidente, nos han de urgir más que nunca a buscar en Jesús la luz y la fuerza que necesitamos para leer y vivir estos tiempos de manera lúcida y responsable.

Llamada al realismo. En ningún momento augura Jesús a sus seguidores un camino fácil de éxito y gloria. Al contrario, les da a entender que su larga historia estará llena de dificultades y luchas. Es contrario al espíritu de Jesús cultivar el triunfalismo o alimentar la nostalgia de grandezas. Este camino que a nosotros nos parece extrañamente duro es el más acorde a una Iglesia fiel a su Señor.

No a la ingenuidad. En momentos de crisis, desconcierto y confusión no es extraño que se escuchen mensajes y revelaciones proponiendo caminos nuevos de salvación. Éstas son las consignas de Jesús. En primer lugar, «que nadie os engañe»: no caer en la ingenuidad de dar crédito a mensajes ajenos al evangelio, ni fuera ni dentro de la Iglesia. Por tanto, «no vayáis tras ellos»: No seguir a quienes nos separan de Jesucristo, único fundamento y origen de nuestra fe.

Centrarnos en lo esencial. Cada generación cristiana tiene sus propios problemas, dificultades y búsquedas. No hemos de perder la calma, sino asumir nuestra propia responsabilidad. No se nos pide nada que esté por encima de nuestras fuerzas. Contamos con la ayuda del mismo Jesús: «Yo os daré palabras y sabiduría»… Incluso en un ambiente hostil de rechazo o desafecto, podemos practicar el evangelio y vivir con sensatez cristiana.

La hora del testimonio. Los tiempos difíciles no han de ser tiempos para los lamentos, la nostalgia o el desaliento. No es la hora de la resignación, la pasividad o la dimisión. La idea de Jesús es otra: en tiempos difíciles «tendréis ocasión de dar testimonio». Es ahora precisamente cuando hemos de reavivar entre nosotros la llamada a ser testigos humildes pero convincentes de Jesús, de su mensaje y de su proyecto.

Paciencia. Ésta es la exhortación de Jesús para momentos duros: «Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas». El término original puede ser traducido indistintamente como "paciencia" o "perseverancia". Entre los cristianos hablamos poco de la paciencia, pero la necesitamos más que nunca. Es el momento de cultivar un estilo de vida cristiana, paciente y tenaz, que nos ayude a responder a nuevas situaciones y retos sin perder la paz ni la lucidez.

Labels: , , , ,

33DO.II,C - 2010 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

Estamos en el penúltimo domingo del año litúrgico. El género apocalíptico utilizado es un género literario bíblico con lenguaje propio. En las descripciones apocalípticas no hay que dar valor literal a cada detalle y fenómeno cósmico. La imaginería tremendista, propia de este género, es lenguaje simbólico al servicio de una idea base: el mundo no es eterno, tendrá fin junto con la humanidad, a quien se ofrece la salvación de Dios por medio de Cristo, que volverá al fin de los tiempos en gloria y poder.

El mensaje de la esperanza cristiana. Hay dos maneras incompletas, y por lo mismo incorrectas, de entender y vivir la esperanza cristiana que brota del anuncio escatológico: la fijación en el pasado y la espera futurista.

a) Fijación en el pasado.
No están en lo cierto quienes piensan que anunciar la liberación de Cristo es tan sólo recordar el pasado de la salvación. En la palabra y en la liturgia sacramental se actualizan, por la acción de Cristo y la fe de la comunidad, los hechos salvadores que celebramos.

b) Espera futurista.
Hay otros que se limitan a la espera del futuro consumado. Para ellos la esperanza teologal se centra en la vida eterna. Lo presente tiene carácter provisional; por eso, dicen no al compromiso temporal de la fe y viven ausentes del mundo, ajenos a los problemas del momento. El concilio Vaticano II denuncia abiertamente esta actitud como errónea (GS 43).

c) El equilibrio y la síntesis de pasado y futuro
en la hora presente es la visión exacta y completa de la esperanza liberadora que brota del anuncio escatológico. El presente es lo único que tenemos, por el momento al menos; por tanto, en él han de radicar las promesas de Dios, para que efectivamente nuestra fe, que espera tenga consistencia. En esta hora de la Iglesia y del Espíritu todo es presencia y gracia del Señor en el hoy, aquí y ahora de nuestro bajo mundo. Es el "ya sí" del proyecto salvador de Dios que está en marcha desde la encarnación de su Hijo, Cristo Jesús, aunque "todavía no" consumado y completo.

En este entretiempo de la Iglesia el papel de la fe, alertada por la esperanza vigilante, es descubrir a Dios que está viniendo constantemente al mundo de los hombres, como un anticipo de su venida última. Para captar esas venidas de Dios hace falta un receptor que esté en onda. Desgraciadamente los criterios mundanos se interfieren de continuo y la señal de frecuencia se pierde. Por eso perseverancia y oración, esperanza y discernimiento deben ir siempre unidos en nuestra vida cristiana.

Seamos constantes en la oración.

Feliz semana. Un abrazo,
Francesc Mulet

Labels: , , , ,

32DO.II,C - 2010 (Pagola)

Lucas 20,27-38
A DIOS NO SE LE MUEREN SUS HIJOS
José Antonio Pagola

Jesús ha sido siempre muy sobrio al hablar de la vida nueva después de la resurrección. Sin embargo, cuando un grupo de aristócratas saduceos trata de ridiculizar la fe en la resurrección de los muertos, Jesús reacciona elevando la cuestión a su verdadero nivel y haciendo dos afirmaciones básicas.

Antes que nada, Jesús rechaza la idea pueril de los saduceos que imaginan la vida de los resucitados como prolongación de esta vida que ahora conocemos. Es un error representarnos la vida resucitada por Dios a partir de nuestras experiencias actuales.

Hay una diferencia radical entre nuestra vida terrestre y esa vida plena, sustentada directamente por el amor de Dios después de la muerte. Esa Vida es absolutamente "nueva". Por eso, la podemos esperar pero nunca describir o explicar.

Las primeras generaciones cristianas mantuvieron esa actitud humilde y honesta ante el misterio de la "vida eterna". Pablo les dice a los creyentes de Corinto que se trata de algo que "el ojo nunca vio ni el oído oyó ni hombre alguno ha imaginado, algo que Dios ha preparado a los que lo aman".

Estas palabras nos sirven de advertencia sana y de orientación gozosa. Por una parte, el cielo es una "novedad" que está más allá de cualquier experiencia terrestre, pero, por otra, es una vida "preparada" por Dios para el cumplimiento pleno de nuestras aspiraciones más hondas. Lo propio de la fe no es satisfacer ingenuamente la curiosidad, sino alimentar el deseo, la expectación y la esperanza confiada en Dios.

Esto es, precisamente, lo que busca Jesús apelando con toda sencillez a un hecho aceptado por los saduceos: a Dios se le llama en la tradición bíblica «Dios de Abrahán, Isaac y Jacob». A pesar de que estos patriarcas han muerto, Dios sigue siendo su Dios, su protector, su amigo. La muerte no ha podido destruir el amor y la fidelidad de Dios hacia ellos.

Jesús saca su propia conclusión haciendo una afirmación decisiva para nuestra fe: «Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos». Dios es fuente inagotable de vida. La muerte no le va dejando a Dios sin sus hijos e hijas queridos. Cuando nosotros los lloramos porque los hemos perdido en esta tierra, Dios los contempla llenos de vida porque los ha acogido en su amor de Padre.

Según Jesús, la unión de Dios con sus hijos no puede ser destruida por la muerte. Su amor es más fuerte que nuestra extinción biológica. Por eso, con fe humilde nos atrevemos a invocarlo: "Dios mío, en Ti confío. No quede yo defraudado" (salmo 25,1-2).

Labels: , , , ,

32DO.II,C - 2010 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

Nuestro Señor, es un Dios de vivos, no de muertos. El mensaje bíblico de la primera lectura y del evangelio de hoy es la resurrección de los muertos, artículo del credo que profesamos continuamente, pero del que no extraemos todo su alcance. El tema es introducido por los saduceos que, a diferencia de los fariseos, negaban la resurrección de los muertos, a pesar de haber llegado a ser doctrina común en el judaísmo de entonces. Basándose en la ley mosaica del levirato que mandaba al hermano de un marido difunto y sin descendencia casarse con la viuda, tratan de ridiculizar la fe en la resurrección mediante un caso extremo, casi absurdo.

La respuesta de Jesús a los saduceos afirma rotundamente la vida nueva que seguirá a la resurrección de los justos. Pero la vida sexual, tal como ahora se expresa, no tiene ya sentido ni finalidad en el más allá, pues los resucitados "ya no pueden morir, son como ángeles, son hijos de Dios porque participan en la resurrección"

Lo que más adentro lleva el hombre es la aspiración a la inmortalidad; por eso se resiste a morir por completo. Los padres buscan perpetuarse en sus hijos, el escritor en sus libros, el político en la estima del pueblo, el fundador de una obra en la misma. Si después de esta vida no hubiera nada, nos sentiríamos íntimamente frustrados; efectivamente, la vida humana sería una pasión inútil, y el hombre un ser para la nada, como aseguró el existencialismo nihilista. ¡Pero no! El hombre no es un ser para la muerte, sino para la vida.

El creyente es persona de optimismo y alegre esperanza porque ama la vida y a los hermanos. Es precisamente la fe en la vida eterna lo que da valor, hondura y luz al quehacer de la vida presente. Creer en la resurrección es apostar por la vida presente y por el hombre.

El creyente maduro, el auténtico cristiano, es un optimista por definición, por necesidad diríamos. Pues, por lo que se refiere al pasado, confía en Dios, Padre amoroso que perdona al hijo pródigo. Por lo que respecta al futuro, tiene fe en Alguien que es más fuerte que él para vencer la miseria, el mal y la muerte. Y, por lo que toca al presente, afronta la vida con fe, a pesar de ser la existencia un reto continuo a todos los niveles: crecimiento y madurez personal, relaciones con los demás, mantenimiento y armonía de la propia familia, ámbito laboral y proyección social.

Te deseo una buena semana y ánimo para seguir adelante.

Un abrazo fraterno,
Francesc Mulet