Monday, November 29, 2010

33DO.II,C - 2010 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

Estamos en el penúltimo domingo del año litúrgico. El género apocalíptico utilizado es un género literario bíblico con lenguaje propio. En las descripciones apocalípticas no hay que dar valor literal a cada detalle y fenómeno cósmico. La imaginería tremendista, propia de este género, es lenguaje simbólico al servicio de una idea base: el mundo no es eterno, tendrá fin junto con la humanidad, a quien se ofrece la salvación de Dios por medio de Cristo, que volverá al fin de los tiempos en gloria y poder.

El mensaje de la esperanza cristiana. Hay dos maneras incompletas, y por lo mismo incorrectas, de entender y vivir la esperanza cristiana que brota del anuncio escatológico: la fijación en el pasado y la espera futurista.

a) Fijación en el pasado.
No están en lo cierto quienes piensan que anunciar la liberación de Cristo es tan sólo recordar el pasado de la salvación. En la palabra y en la liturgia sacramental se actualizan, por la acción de Cristo y la fe de la comunidad, los hechos salvadores que celebramos.

b) Espera futurista.
Hay otros que se limitan a la espera del futuro consumado. Para ellos la esperanza teologal se centra en la vida eterna. Lo presente tiene carácter provisional; por eso, dicen no al compromiso temporal de la fe y viven ausentes del mundo, ajenos a los problemas del momento. El concilio Vaticano II denuncia abiertamente esta actitud como errónea (GS 43).

c) El equilibrio y la síntesis de pasado y futuro
en la hora presente es la visión exacta y completa de la esperanza liberadora que brota del anuncio escatológico. El presente es lo único que tenemos, por el momento al menos; por tanto, en él han de radicar las promesas de Dios, para que efectivamente nuestra fe, que espera tenga consistencia. En esta hora de la Iglesia y del Espíritu todo es presencia y gracia del Señor en el hoy, aquí y ahora de nuestro bajo mundo. Es el "ya sí" del proyecto salvador de Dios que está en marcha desde la encarnación de su Hijo, Cristo Jesús, aunque "todavía no" consumado y completo.

En este entretiempo de la Iglesia el papel de la fe, alertada por la esperanza vigilante, es descubrir a Dios que está viniendo constantemente al mundo de los hombres, como un anticipo de su venida última. Para captar esas venidas de Dios hace falta un receptor que esté en onda. Desgraciadamente los criterios mundanos se interfieren de continuo y la señal de frecuencia se pierde. Por eso perseverancia y oración, esperanza y discernimiento deben ir siempre unidos en nuestra vida cristiana.

Seamos constantes en la oración.

Feliz semana. Un abrazo,
Francesc Mulet

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