26D0,II,B - 2009 (Mulet)
A veces surgen hombres y mujeres libres, profetas que ven más que los demás, inconformistas que entienden las cosas de manera distinta a los que mandan. Estos sujetos suelen mostrarse refractarios a la manipulación ideológica y rebeldes a la propaganda paternalista y alienante. Inevitablemente ante ellos surge el interrogante e incluso la desconfianza. Pensemos, por ejemplo, en un Francisco de Asís, Teresa de Ávila o Juan de la Cruz, en su tiempo. ¿Será un visionario, un iluminado, un loco, un soñador, o bien un carismático auténtico, un sabio, un místico, un profeta?
Jesús no quiere a su Iglesia como gueto cerrado y números clausus, nos quiere solidarios de todos los hombres y mujeres honrados y con calidad humana que, aunque no sean "de los nuestros" porque no pertenecen al grupo cristiano, no obstante buscan a Dios con sinceridad de corazón, practicando con lealtad el bien, la verdad y la justicia. Es para alegrarse: todos estos están con nosotros. Son los cristianos implícitos, los creyentes anónimos que se ignoran.
Apertura y tolerancia frente a la tentación de monopolizar el carisma. Apertura frente al número cerrado y tolerancia frente a la intransigencia. La pertenencia eclesial no es el único criterio de adhesión a Cristo y al reino de Dios. Y este reino no se circunscribe al ámbito de la Iglesia, sino que alienta en todos los hombres de buena voluntad.
Fomentar esta apertura y empatía no es abaratar el cristianismo, ni hacer saldo del evangelio, ni patrocinar la indiferencia ni las medias tintas que lo diluyen. La palabra de Dios es eficaz y exigente de conversión para todos, sin equívocos ni componendas, si bien profundamente humana y comprensiva.
Hoy es día de examinarnos: ¿Estamos cada uno de nosotros y nuestra comunidad en actitud de diálogo, comprensión y tolerancia, o más bien en plan de fanatismo miope y cerrazón intransigente?
Buena entrada en el otoño y adelante, con ánimos siempre.
Un abrazo,
Francesc Mulet
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