DN.A - Octava Navidad - 2011 (Mulet)
El saludo obligado es: ¡Feliz año nuevo, lleno de ventura, salud, paz y bien! Entre las múltiples ideas que confluyen en este día: Octava del misterio de Navidad, Circuncisión y Nombre de Jesús, maternidad divina de María, Año Nuevo y Jornada Mundial de la Paz (instituida por el papa Pablo VI en 1968).
Nos deseamos mutuamente un Feliz Año, lleno de paz. Sin duda, lo hacemos con sinceridad. Sin embargo, la aspiración a la paz es una constante infatigable en la historia de la humanidad, y, al mismo tiempo y paradójicamente, es la ausencia más sentida en la historia de los pueblos.
La "paz armada", de hoy y de siempre, es un pingüe negocio, una industria descomunal, una mina fabulosa de dinero. Millones de hombres jóvenes en todo el mundo están sobre las armas, y miles de cerebros científicos emplean su talento para la destrucción de la humanidad, cuando podrían hacerlo para servir a la vida, especialmente donde más urge.
Cada uno tiene armado su corazón a la defensiva por la soberbia, y en plan agresivo por el ansia de dominio. Pues bien, mientras no nos desarmemos todos completamente, por dentro y por fuera es un sarcasmo y una comedia desearnos paz y felicidad. Mientras no estemos en paz con Dios, con nuestra conciencia, con los de casa y el resto de los familiares, con los vecinos, amigos y compañeros de trabajo, así como con todos los ciudadanos, es inútil descorchar botellas de champán. Y no habrá paz sin fraternidad, justicia, libertad y amor.
El desarrollo humano integral, animado por el amor, es el nuevo nombre de la paz. Pero no solamente los que gobiernan el mundo y las naciones han de construir la paz; a todos nos toca esa tarea, y más a los cristianos. Cada hogar ha de ser una escuela de paz, educando a las nuevas generaciones para la convivencia, el servicio, la fraternidad, la solidaridad, la reconciliación; y no para la agresividad y la intolerancia.
Feliz Año nuevo, que comencemos con ganas y llenos de esperanza,
Francesc Mulet
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