Tuesday, November 24, 2009

32DO.II,B - 2009 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

La palabra de este domingo nos presenta a dos mujeres creyentes y generosas, que además tienen en común el pertenecer a esa clase de personas insignificantes que hoy día no serían entrevistadas por los periodistas ni perseguidas por las cámaras de las revistas del corazón y del cotilleo, pues no son jóvenes ni bellas, no son influyentes ni poseen abultadas cuentas bancarias, y no se casan ni se divorcian para los fotógrafos. Son dos mujeres viudas y pobres. Sin embargo, su talla moral es impresionante.

En los dos casos bíblicos de hoy, la calidad personal, la actitud de compartir lo que se tiene y la auto-donación, incluidas en el gesto de ambas viudas, contaron ante Dios más que la cantidad material de su respectiva ofrenda, bien insignificante en ambos casos: un panecillo y unas moneditas.

Siendo sinceros, hemos de reconocer que casi nunca damos de lo que necesitamos para vivir. Nos contentamos con dar de lo que nos sobra. Con esta limosna nos tranquilizamos y evitamos el tener que darnos nosotros mismos a los que necesitan calor y acogida, compañía y tiempo, alegría y consejo, sonrisa y amor.

Todos los que veía Jesús, sentado enfrente del cepillo en el templo, daban de lo que les sobraba; hasta que llegó la viuda de los reales, que dio con una generosidad loca, como no hace nadie, pues se quedó sin nada para vivir. Sin duda sería leyendo esta página evangélica y viendo a esta pobre viuda, cómo llegó a afirmar san Vicente de Paúl aquella frase paradójica: "Por fortuna hay pobres para los pobres; sólo ellos saben dar".

Empezamos un nuevo mes, ánimo en el trabajo de cada día. Al final, nos examinarán en el amor.

Oremos unos por otros.

Un abrazo,
Francesc Mulet

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