Monday, October 26, 2009

30DO.II,B - 2009 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

En el caso del ciego Bartimeo, la fe equivale a estrenar ojos nuevos para ver la vida, el mundo y los hombres desde Dios, para iluminar y dar sentido a la existencia individual y comunitaria de cada día, para entender la realidad personal, familiar y social, incluso cuando no se les ve ya valor alguno. Por ejemplo, la fe ilumina para saber si desconfiar del otro o tenderle la mano, si romper con el cónyuge infiel o perdonarlo, si divorciarse o no, desenmascarando los motivos egoístas, si aprobar y procurar un aborto o decidirse por la vida, si ejercer la autoridad como poder o como servicio, en definitiva, si hemos de ignorar al hermano o aceptarlo y amarlo tal como es.

Por otra parte, del hecho evangélico de hoy se concluye que una fe que es capaz de curar la ceguera no es ciega, sino todo lo contrario: es luz que ilumina la vida del hombre. Ni la fe cristiana ni la obediencia religiosa son abdicación de la racionalidad y de la responsabilidad personal. Lo que sí es ciego es el fanatismo, que es la antítesis de la fe, y el egoísmo, que es lo contrario del amor.

La fe es la gran sabiduría de lo alto, el gran tesoro por el que vale la pena sacrificarlo todo. Porque con la fe se ven las cosas, la vida y las personas con otros criterios, los de Dios y no los del hombre terreno.

Necesitamos la fe para captar la presencia de Dios en la historia humana, en el camino personal de cada uno, y sobre todo en la persona de Jesús, el gran signo del Padre y el sacramento del encuentro del hombre con Dios. De lo contrario los acontecimientos de cada día no pasarán de ser meros sucesos fortuitos, cuando no absurdos, simple resultado de circunstancias aleatorias; y no, como de hecho lo son, historia en que Dios nos ama y nos salva, presencia del Señor en los signos de los tiempos, ocasión de discernimiento evangélico ante los valores morales, los problemas del progreso humano, de la vida y de la muerte, así como llamada continua a convertirnos a Dios.

Terminamos ya octubre y hay que seguir con ánimo renovado.

Un abrazo fraterno,
Francesc Mulet

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