13DO.II,B - 2009 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

El evangelio de hoy con esos dos relatos de milagros, incluido el segundo en la narración del primero. Jesús resucita a la hija de Jairo y cura a la hemorroísa.

Los dos casos tienen mucho en común. En ambos se realiza la salvación de la persona, algo más profundo y trascendental que el resultado físico, con ser importante la salud y la vida; es decir, algo que está más allá de los límites de la enfermedad y de la muerte. Además los dos sujetos de la acción salvadora de Jesús son mujeres y poseen en común la cifra de los doce años que tienen la niña y que lleva enferma la hemorroísa.

El regalo más grande que hemos recibido en nuestra existencia es precisamente el don gratuito de la vida, la humana y la cristiana. Es fruto de un amor grande que nos ha precedido: el de nuestros padres y el de Dios.

Como efecto del amor que Dios nos tiene, palpamos su presencia amorosa en tantas manifestaciones de la convivencia humana: familia, amigos, vecinos. Hay un reflejo de la vida que él nos da, en la alegría del amor de los esposos, en el bullicio y juego de los niños, en el idealismo de los adolescentes y jóvenes que se abren a la vida y al amor, en el compartir con los amigos, en el trabajo en equipo, en la solidaridad con los enfermos, pobres y marginados, en el ocio y el deporte. Todo esto forma parte de la vida humana, brota de la fuente de la vida que es Dios, y expresa el amor que él nos manifestó en Jesucristo.

Con frecuencia aparece también el dolor y el sufrimiento, la depresión y la tristeza, la enfermedad y la muerte. Hay mucha negación de la vida en nuestro mundo, por causas naturales algunas veces y por culpa del hombre las más: guerra y hambre, egoísmo y explotación, violencia y opresión, odios y venganzas.

Trabajemos siempre por la vida. Feliz verano.

Salgo este fin de semana hacia Peralta para asistir al Capítulo General. Acuérdate de pedir al Señor por nosotros. Un abrazo y hasta la vuelta,

Francesc Mulet