11DOII.Corpus - 2009 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

Día del Corpus Christi: La misa dominical, y diaria, es el centro y lo más fundamental para la construcción y vitalidad de la comunidad de fe que constituimos dentro de la Iglesia universal. La misa es el sacrificio de la nueva alianza en la sangre de Cristo; es también el sacrificio de los fieles, unidos a Jesús para el culto a Dios.

Hoy es oportuno revisar nuestras celebraciones eucarísticas y preguntarnos por qué venimos, qué celebramos, cómo lo hacemos, cuál es nuestra participación, qué suponen nuestra asistencia y primeras comuniones y segundas para la vida personal, familiar, laboral y cívica.

No somos cristianos para ir a misa, sino que vamos a celebrar la Eucaristía y a participar en el sacrificio de la Pascua y alianza nuevas para ser de verdad discípulos de Jesús.

Al final de cada asamblea empieza la misión cristiana, es decir el envío a la vida, a la práctica del amor y del compartir, al testimonio de la solidaridad y de la esperanza, comenzando por los que están más próximos a nosotros, para extenderse a todos los hombres, nuestros hermanos, especialmente los más necesitados de amor y ayuda.

Es evidente el eco gozoso que la fiesta del Corpus encuentra en nuestros pueblos y ciudades con las primeras comuniones de los niños y la procesión del Santísimo por las calles engalanadas para esta ocasión. Quienes hemos participado en las procesiones de Granada, Sevilla o Valencia debemos preguntarnos qué hay de folclore o de cristianismo en ello. No se opone la expresión festiva y artística de la religiosidad popular con una fe auténtica y una devoción eucarística profundamente enraizada en el pueblo cristiano. Hoy se nos brinda la oportunidad de madurar nuestra fe eucarística, orientándola a la vida.

Que el Señor nos ayude a seguir sus pasos y su compromiso con los pobres.

Buena semana,
Francesc Mulet, escolapio