2DO,B Exégesis 2012 (Espejo)
EXÉGESIS DEL EVANGELIO: Jn 1,35-42
1. Aclaraciones al texto
V.36 Fijándose. V.42 Se quedó mirando. Fijarse; quedarse mirando: dos sinónimos para un mismo verbo griego, que en todo el cuarto evangelio sólo aparece en estos dos versículos. Mirada honda, que se adentra y discierne.
V.36 Éste. Señala e invita. El Cordero de Dios. Expresión figurada: cordero pascual proporcionado por Dios. Los corderos de Pascua se sacrificaban en Jerusalén, en el Templo, entre doce y tres de la tarde.
V.39 Serían las cuatro de la tarde. Cuando el día va a finalizar; a las seis de la tarde comenzaba un nuevo día. Las indicaciones de tiempo del cuarto evangelio señalan hacia el acontecimiento pascual de la cruz. Las cuatro de la tarde remite a la franja de tiempo que sigue al sacrificio del cordero o, lo que es lo mismo, a la muerte de Jesús en la cruz.
2. Texto
Se abre con la mirada de Juan a Jesús; se cierra con la mirada de Jesús a Simón: miradas hondas, al interior reservado e invisible de la persona. Ambas se hacen después palabra anticipadora, majestuosa, sorprendente, misteriosa: Este es el Cordero de Dios (v.36); te llamarás Cefas (v.42).
Las palabras de Juan actúan de acicate en dos discípulos suyos, que deciden seguir a Jesús. La continuación es parca en palabras y profusa en silencios: los dos discípulos de Juan siguen a Jesús, ven y encuentran. Lo que encuentran lo formula Andrés en el v.41: ¡Hemos encontrado al Mesías! Habían seguido a un hombre y se encontraron con el Mesías, hombre especial y único.
El lugar del encuentro se diluye en beneficio de un dato temporal inesperado y sorprendente: Serían las cuatro de la tarde (v.39). Como lectores esperábamos ser informados sobre un lugar y, en cambio, se nos informa de una hora. El alcance de esta hora sólo lo descubrirá el lector del cuarto evangelio más adelante. Las cuatro de la tarde apuntan hacia el cordero sacrificado, hacia el tiempo y la casa del Padre.
Las palabras de Andrés actúan de acicate en su hermano Simón, que también experimenta la insospechada presencia y grandeza del Mesías.
3. Comprensión actualizante
Juan Bautista y Andrés hablan desde el impacto que supuso para ellos descubrir la personalidad íntima de Jesús, una persona con imán, capaz de fascinar, de transformar, de arrastrar.
Andrés descubrió a Jesús, impulsado por el testimonio de su maestro Juan Bautista; Pedro descubrió a Jesús, impulsado por el testimonio de su hermano Andrés.
Juan Bautista pudo testimoniar porque antes había descubierto la personalidad íntima de Jesús; Andrés pudo testimoniar porque antes había descubierto la personalidad íntima de Jesús. A la base del testimonio debe haber siempre un descubrimiento personal de Jesús.
Es así como seguir a Jesús se convierte para quien lo hace en una fantasía que disipa las dificultades del camino, incluida la muerte, y que culmina en el abrazo con el Padre.
Dejémonos fascinar por el texto de hoy, escuchando sus pocas palabras habladas y sus profusos silencios.
1. Aclaraciones al texto
V.36 Fijándose. V.42 Se quedó mirando. Fijarse; quedarse mirando: dos sinónimos para un mismo verbo griego, que en todo el cuarto evangelio sólo aparece en estos dos versículos. Mirada honda, que se adentra y discierne.
V.36 Éste. Señala e invita. El Cordero de Dios. Expresión figurada: cordero pascual proporcionado por Dios. Los corderos de Pascua se sacrificaban en Jerusalén, en el Templo, entre doce y tres de la tarde.
V.39 Serían las cuatro de la tarde. Cuando el día va a finalizar; a las seis de la tarde comenzaba un nuevo día. Las indicaciones de tiempo del cuarto evangelio señalan hacia el acontecimiento pascual de la cruz. Las cuatro de la tarde remite a la franja de tiempo que sigue al sacrificio del cordero o, lo que es lo mismo, a la muerte de Jesús en la cruz.
2. Texto
Se abre con la mirada de Juan a Jesús; se cierra con la mirada de Jesús a Simón: miradas hondas, al interior reservado e invisible de la persona. Ambas se hacen después palabra anticipadora, majestuosa, sorprendente, misteriosa: Este es el Cordero de Dios (v.36); te llamarás Cefas (v.42).
Las palabras de Juan actúan de acicate en dos discípulos suyos, que deciden seguir a Jesús. La continuación es parca en palabras y profusa en silencios: los dos discípulos de Juan siguen a Jesús, ven y encuentran. Lo que encuentran lo formula Andrés en el v.41: ¡Hemos encontrado al Mesías! Habían seguido a un hombre y se encontraron con el Mesías, hombre especial y único.
El lugar del encuentro se diluye en beneficio de un dato temporal inesperado y sorprendente: Serían las cuatro de la tarde (v.39). Como lectores esperábamos ser informados sobre un lugar y, en cambio, se nos informa de una hora. El alcance de esta hora sólo lo descubrirá el lector del cuarto evangelio más adelante. Las cuatro de la tarde apuntan hacia el cordero sacrificado, hacia el tiempo y la casa del Padre.
Las palabras de Andrés actúan de acicate en su hermano Simón, que también experimenta la insospechada presencia y grandeza del Mesías.
3. Comprensión actualizante
Juan Bautista y Andrés hablan desde el impacto que supuso para ellos descubrir la personalidad íntima de Jesús, una persona con imán, capaz de fascinar, de transformar, de arrastrar.
Andrés descubrió a Jesús, impulsado por el testimonio de su maestro Juan Bautista; Pedro descubrió a Jesús, impulsado por el testimonio de su hermano Andrés.
Juan Bautista pudo testimoniar porque antes había descubierto la personalidad íntima de Jesús; Andrés pudo testimoniar porque antes había descubierto la personalidad íntima de Jesús. A la base del testimonio debe haber siempre un descubrimiento personal de Jesús.
Es así como seguir a Jesús se convierte para quien lo hace en una fantasía que disipa las dificultades del camino, incluida la muerte, y que culmina en el abrazo con el Padre.
Dejémonos fascinar por el texto de hoy, escuchando sus pocas palabras habladas y sus profusos silencios.
Labels: Celebración, Ciclo B, Comentario, Domingo, Evangelio, Ordinario
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