Friday, February 25, 2011

8DO.I.A - 2011 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

Casi al final del discurso del monte, Cristo define la actitud del cristiano ante el dinero y la subsistencia material que en él se fundamenta. El pasaje es de gran belleza literaria.

Se presenta un dilema que es tesis de partida: "Nadie puede estar al servicio de dos amos... No podéis servir a Dios y al dinero". Jesús nos propone la opción a seguir: servir al Señor, abandonándose a su providencia amorosa de Padre Idea que apoya en dos bellísimas imágenes de la naturaleza. Si los pájaros y los lirios del campo son objeto del cuidado de Dios que provee gratuitamente a su subsistencia espontánea, ¿no lo será el hombre que vale mucho más?

El texto del segundo Isaías, que se lee en la primera lectura, describe ese amor providente de Dios con la imagen sublime del cariño de la madre que no puede olvidarse de su criatura. Es la expresión bíblica más profunda y elocuente de la ternura maternal del Dios Padre que nos reveló Jesús.

El culto al poderoso caballero que es don Dinero ha venido a constituirse en el sucedáneo de la auténtica religión. Desde siempre, y hoy más que nunca, se rinde culto al dios dinero con verdadero ritual de sacrificio al ídolo tirano. Todo se le sacrifica en su altar: trabajo, salud, principios éticos, familia, amistad, éxito, felicidad. Todo, con tal de triunfar, tener cosas, influencias, éxito personal, apariencia social, poder de consumo para lo necesario y lo superfluo, la diversión y el goce de la vida.

Las consecuencias de la idolatría consumista son terribles y degradantes, aunque el hombre moderno parece encajarlas como lo más natural. El consumismo degrada la dignidad humana, bloquea la solidaridad del compartir, la fraternidad y la comunicación humana, y no hace más feliz ni más libre al hombre sino, al contrario, lo esclaviza.

La fe que nos pide Jesús es confianza y abandono en las manos de Dios Padre a quien servimos con amor, y por quien nos sentimos amados.

Él sabe muy bien que necesitamos muchas cosas para el sustento diario. Puestos en sus manos, digámosle: Danos hoy nuestro pan de cada día.

Mañana empezamos nuestro Capítulo Provincial, reza por nosotros. Un abrazo cordial,

Francesc Mulet

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