Thursday, February 24, 2011

4DO.I.A - 2011 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

Las bienaventuranzas son, en boca de Jesús, la proclamación profética del espíritu y actitudes propias de quienes optan por el reino de Dios. Bienaventuranza, como la palabra indica, es felicitar y desear felicidad a otro. Jesús proclama dichosos a los pobres, los sufridos, los que lloran, los que tienen hambre y sed de justicia, los que trabajan por la paz, los perseguidos por causa del bien. Pero, ¿tiene sentido considerar felices a todas estas personas? ¿Son las bienaventuranzas de Cristo un mensaje válido para nuestro tiempo? ¿Es que las puede encajar el hombre actual? ¿No quedarán solamente en una bella utopía?

Como respuesta a estos interrogantes difíciles se han ofrecido y se ofrecen diversas lecturas de las bienaventuranzas que constituyen claves de interpretación contrapuesta de las mismas.

Las bienaventuranzas son consideradas por biblistas y teólogos como la norma suprema de conducta para el cristiano, aunque no estén redactadas en forma de ley, ni siquiera como imposición. Las bienaventuranzas son en labios de Jesús una invitación y un indicativo, no un imperativo; pero un indicativo de tal alcance y categoría que constituye la norma base de conducta moral, la carta magna de autenticidad para todo cristiano, y no sólo para una minoría.

Solamente quien las practica entiende las bienaventuranzas, porque son paradójicas y suponen una inversión total de los criterios al uso. Pertenecen a la esfera religiosa de la vivencia experimental del don de Dios en la fe. Por eso únicamente son capaces de entenderlas en toda su profundidad quienes las viven por una opción personal o por una aceptación gozosa de lo inevitable, asumiendo con libertad de espíritu una situación dada.

Que el Señor nos conceda un corazón limpio y humilde, para poder ser felices como Él quiere y ayudar a ser felices a los demás.

Un fuerte abrazo,
Francesc Mulet

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