Friday, October 29, 2010

29DO.II,C - 2010 (Mulet)

29 domingo
Francesc Mulet, escolapio

El comienzo de la parábola evangélica del domingo -el juez corrupto y la viuda suplicante- señala la finalidad de la misma en labios del Señor: "Para explicar a los discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, Jesús les propuso esta parábola". La oración, cuando es auténtica como la que Jesús nos enseñó y practicó, brota de una fe viva, la expresa y la alimenta. El problema de la oración es siempre cuestión de fe, trátese de la práctica o de la eficacia de la oración. Se dice que hoy día hay una crisis profunda de oración entre los creyentes. ¿Razón? Porque hay quiebra también en la fe, tanto a nivel personal como comunitario. Por eso hemos de alimentar esa fe en su fuente, que es la palabra de Dios en la Escritura, como recuerda san Pablo a su discípulo Timoteo en la segunda lectura de hoy.

Necesitamos la oración, como la tierra seca y agrietada clama desesperadamente por el agua que la vivifique; porque la plegaria hace germinar la fe adormecida. Mantenerse en pie como discípulos de Cristo hoy día a pesar de la increencia declarada, la injusticia, el desamor y los ídolos de muerte que quieren avasallarnos, es cuestión de fe, oración y contacto con el Dios que da vida.

La oración es nuestro encuentro con Dios, un diálogo abierto del hombre con el Tú absoluto. Comenzamos por escuchar a Dios cuando entramos en contacto con su palabra, a través de la lectura bíblica o de una hermosa homilía que nos impresiona, en una celebración eucarística viva, en un hecho o acontecimiento de la vida que nos impacta. En todos estos casos hay un encuentro con Dios que debe prolongarse después en la oración que suscita.

Por eso, a veces, rezar no es más que abandonarse al Espíritu. Pues también hay una oración en silencio, un encuentro sin palabras. Como la de aquel agricultor que se pasaba largos ratos en la iglesia. Al preguntarle el santo Cura de Ars, Juan Mª Vianney, qué hacia durante tantas horas frente al sagrario, el campesino le contestó con la mayor naturalidad: "Yo le miro y él me mira".

Pues ánimo y a seguir adelante. Confiados que el Señor nos lleva en la palma de su mano.

Buena semana y un fuerte abrazo,

Francesc Mulet

Labels: , , , ,

0 Comments:

Post a Comment

<< Home