Wednesday, September 29, 2010

24DO.II,C.2 - 2010 (Mulet)

24 domingo
Francesc Mulet, escolapio

Con la enseñanza que se desprende de las tres parábolas y conforme a su estilo de sencillez teológica, Jesús responde a las críticas de los fariseos y letrados, justificando su conducta en favor de los marginados de la salvación. Con ello viene a decir: Yo me comporto así porque también así actúa Dios, acogiendo a los perdidos, los malos, los que nadie aguanta. Pues "Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta de su conducta y que viva" (Ez 33,11). Dios, Padre de todos, no margina a nadie, sino que se alegra de recuperar y salvar al hombre perdido en la soledad de su pecado, restaurándolo a su dignidad propia.

Jesús de Nazaret se encontró con dos grupos contrapuestos de personas en la sociedad judía: los que marginaban a los demás, es decir, los puritanos, tales como escribas y fariseos; y los marginados, es decir, los “parias” religioso-sociales, tales como los pecadores, los ignorantes de la ley, los pobres, los publicanos, las prostitutas. En ningún momento se le ocurrió colocarse en el primer grupo como juez del segundo. Pero nosotros sí lo hacemos con facilidad. El puritanismo de los que criticaban a Jesús porque acogía a los pecadores que se le acercaban no queda en mero problema judío o cuestión cultural semita, ajena a nuestra mentalidad.

Algunas de las formas actuales de puritanismo que inciden en la marginación de los demás son, por ejemplo, la discriminación y la hipocresía, tanto a nivel religioso como social y político. La tentación de constituirse en élite religiosa se da tanto en los conservadores como en los progresistas. Son los que se creen más puros que los demás y mejores que los “pecadores”, es decir, que los no practicantes, los divorciados, los que son víctima del alcohol, de la droga, de la lujuria, de la codicia... Son los que tienen complejo de ortodoxia (integristas) o de élite (aperturistas); son los intolerantes de uno y otro signo, los intransigentes, los fundamentalistas, los incapaces de amar, los críticos de todos y de todo, los satisfechos de sí mismos.

Con las parábolas de la misericordia Jesús condenó todo puritanismo clasista y su consecuencia: la marginación a todos los niveles. El puritanismo no es cristiano ni liberador; representa más bien la inversión de los valores evangélicos, como falso sucedáneo que es de la auténtica pureza de espíritu.Gracias a Dios, hay hombres y mujeres de buena voluntad, que viven para los demás, como lo hizo Jesús: sacerdotes, religiosos, misioneros y laicos. Colaborando en instituciones de caridad y organismos humanitarios de ayuda; hay en el mundo mucha gente que apuesta por los marginados, que gasta su vida por los hermanos a fondo perdido, saliendo continuamente de sí mismos en busca de los hambrientos y sin hogar, emigrantes y parados, ancianos y enfermos, drogadictos y encarcelados, oprimidos y explotados, tristes y abandonados. A través de ellos y en medio de nosotros sigue actuando Cristo, haciendo presente en nuestro mundo el amor con que Dios ama al hombre. Así quiere Jesús que nos amemos unos a otros; hoy nos invita a ejercitar ese amor que no margina sino libera.

Oremos unos por otros y que el Señor convierta nuestro corazón.

Un abrazo,
Francesc Mulet

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