Friday, October 29, 2010

28DO.II,C - 2010 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

Es frecuente que los textos evangélicos de los domingos nos presenten curaciones de enfermos por parte de Jesús. Casos como el del evangelio de hoy nos invitan a reflexionar sobre los milagros de Jesús para entenderlos debidamente. En primer lugar, estos relatos de milagros se atienen a las leyes del género literario que constituían entonces las narraciones de "prodigios", conforme a esquemas hechos y en un lenguaje que no es científico, sino popular.

Cuando Cristo realizaba sus milagros, no se proponía hacer alarde de su categoría divina, a lo que más bien se opuso siempre. Por eso hemos de rectificar interpretaciones de los milagros que resultan anticuadas. Los milagros de Jesús deben enfocarse más bien desde la perspectiva liberadora del reino de Dios, como signos mesiánicos del mismo. Porque así lo hizo Jesús mismo en repetidas ocasiones: en la sinagoga de Nazaret y en la respuesta al Bautista y a los fariseos. Los milagros de Jesús son signos y señales de la presencia salvadora del reino de Dios y parte integrante de la buena nueva que Cristo anunció con palabras y obras.

Los milagros brotaban de la fe en Jesús; es decir, era la fe de los destinatarios lo que suscitaba la acción del poder divino que residía en Jesús de Nazaret. El dicho popular "la fe hace milagros" es de una certera exactitud bíblica. Pues era la fe de los enfermos que le suplicaban y confiaban en el poder de un hombre de Dios -como en el evangelio de hoy los diez leprosos-, lo que suscitaba la intervención extraordinaria de Dios en la persona, palabra y obra de Jesús.

Cada milagro de Cristo proclama que él es fuente de vida, esperanza y liberación para el hombre amado de Dios. La intención y el significado más profundo de los milagros de Jesús radica en su misterio pascual, en su victoria sobre la muerte por medio de su resurrección, que es el mayor de sus milagros.

Todos los milagros de Cristo fueron siempre favor y nunca castigo. Tal ejemplo liberador de Jesús, cómo en el evangelio de hoy, nos señala un camino de compromiso cristiano con la liberación del dolor de nuestros semejantes en cualquiera de sus manifestaciones: enfermedad, hambre, miseria, ignorancia y opresión.

Te pido de nuevo que oremos mutuamente.

Buena semana y un abrazo fraterno,

Francesc Mulet

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