Friday, June 25, 2010

11DO.II,C - 201O (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

La misericordia de Dios se manifiesta en la predilección de Cristo por los marginados. Así lo demuestra hoy ante la mujer pecadora, una persona marginada en la sociedad judía por doble motivo: por ser mujer y por su oficio, el más viejo del mundo. El fariseo Simón y la mujer pecadora encarnan dos actitudes ante Dios, lo mismo que el fariseo y el publicano de otra parábola representan dos tipos de religiosidad.

El perdón de esta mujer viene a sumarse al proceso de promoción de la mujer por Cristo, como vemos en el conjunto de los evangelios. La mujer en la sociedad judía era como un pobre ante la salvación de Dios y, además, un marginado social. En realidad era creyente de segunda categoría. Pues bien, al final del texto evangélico de hoy Lucas menciona a algunas mujeres que, junto con los discípulos, acompañaban y ayudaban a Jesús en su ministerio apostólico. Algo inaudito entonces. Esa promoción de la mujer es uno de los signos del reino de Dios, según el programa liberador que Cristo expuso en la sinagoga de Nazaret.

En Cristo ha tomado Dios partido por el hombre; por eso, está siempre por el perdón y la reconciliación. Este perdón de Dios tiene, por disposición suya, se realiza en el sacramento de la reconciliación o penitencia, mediante el cual la Iglesia reconcilia con Dios y recupera para la comunidad al miembro pecador.

Nos queda un último esfuerzo. Ánimo.

Un abrazo,
Francesc Mulet

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