Thursday, February 18, 2010

6DO.I,C - 2010 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

La palabra bíblica de este domingo es un mensaje de felicidad en clave paradójica, y nos muestra el mejor camino para la dicha que el hombre busca infatigablemente. La ruta, que no es la habitual, sigue el itinerario de las bienaventuranzas de Jesús. Hoy se proclaman según la versión de Lucas.

Las bienaventuranzas constituyen la página más revolucionaria del evangelio porque en ellas establece Jesús una inversión total de los criterios humanos respecto de la felicidad. Es un hecho de experiencia que todo ser humano quiere ser feliz. En consecuencia busca la manera de conseguirlo, conforme a lo que cada uno entiende por felicidad: riqueza y dinero, éxito y posición social, seguridad y amor, poder y dominio, sexo y placer, etc. Jesús conocía bien el corazón humano. Con sus bienaventuranzas propone al hombre un camino seguro de felicidad, aunque nuevo y paradójico.

Antes de Cristo, nadie había hecho semejantes afirmaciones. Tan paradójicas son las bienaventuranzas que solamente las entiende quien las vive y las practica, como hizo Jesús. Cristo mismo -su persona, vida y conducta-, constituye la mejor clave de interpretación de las bienaventuranzas; una clave de lectura universalmente válida, para todo tiempo y lugar.

Debido a la radical novedad de las bienaventuranzas de Jesús, hay quienes las acusan de utopía y sin la más elemental lógica; para otros son un ideal espiritualista, sublime pero inalcanzable. Y sin embargo Jesús las pronunció consciente de su significado; y las propuso y propone a todo hombre y mujer que quieran recorrer su mismo camino, porque son las actitudes básicas para ser su discípulo, asimilar el espíritu del reino de Dios y alcanzar la felicidad en plenitud.

A vivir las bienaventuranzas y seguir con mucho ánimo al Señor.
Buena semana tengas,

Francesc Mulet

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