5DO.I,C - 2010 (Mulet)
Francesc Mulet, escolapio
De nuevo la palabra bíblica presenta la llamada de Dios, patente en la vocación de Isaías, de Pablo y de los cuatro primeros discípulos de Jesús. Esta llamada al profetismo, al seguimiento y al apostolado se continúa en la vocación cristiana de todo discípulo de Cristo.
No faltan, hoy como ayer, hombres y mujeres que sienten el asombro de Dios y su llamada incandescente; sus labios y sus corazones perciben el fuego del Espíritu que los purifica y los marca para una misión. Son hombres y mujeres que responden a Dios en el silencio más profundo de su ser: Aquí estoy, cuenta conmigo, Señor.
No es ésta una referencia en exclusiva a los cristianos consagrados a Dios por el sacerdocio o los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia. No. Hay que pensar en todos los creyentes sinceros, en cuantos responden con alegría a la invitación de Cristo a seguirlo, lo aman, le dedican su vida, lo testimonian y anuncian a los demás la buena nueva de la presencia del reino de Dios en su vida y en el mundo de los hombres.
A pesar de nuestra tentación de abandonar, debido al cansancio, aburrimiento, hastío o depresión, e incluso a pesar de nuestros errores, el Señor nos renueva su amor y su llamada en todo momento. Siempre es tiempo de responderle sí y de empezar cada mañana de nuevo el seguimiento y una nueva vida.
Hemos de embarcarnos del todo con Cristo. Supuesta la experiencia de Dios por la vocación a la fe, hemos de pasar a la acción. Todos estamos en la misma barca con Jesús a la cabeza: laicos, religiosos, sacerdotes, obispos y papa, todos comprometidos en la misión de la Iglesia; todos llamados a ser luz y sal de la tierra, fermento en la masa y testigos de la resurrección de Cristo.
En su nombre seguimos en la brecha, cada uno con nuestro trabajo.
A perder los miedos y adelante. Buena semana, tengas
Francesc Mulet
De nuevo la palabra bíblica presenta la llamada de Dios, patente en la vocación de Isaías, de Pablo y de los cuatro primeros discípulos de Jesús. Esta llamada al profetismo, al seguimiento y al apostolado se continúa en la vocación cristiana de todo discípulo de Cristo.
No faltan, hoy como ayer, hombres y mujeres que sienten el asombro de Dios y su llamada incandescente; sus labios y sus corazones perciben el fuego del Espíritu que los purifica y los marca para una misión. Son hombres y mujeres que responden a Dios en el silencio más profundo de su ser: Aquí estoy, cuenta conmigo, Señor.
No es ésta una referencia en exclusiva a los cristianos consagrados a Dios por el sacerdocio o los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia. No. Hay que pensar en todos los creyentes sinceros, en cuantos responden con alegría a la invitación de Cristo a seguirlo, lo aman, le dedican su vida, lo testimonian y anuncian a los demás la buena nueva de la presencia del reino de Dios en su vida y en el mundo de los hombres.
A pesar de nuestra tentación de abandonar, debido al cansancio, aburrimiento, hastío o depresión, e incluso a pesar de nuestros errores, el Señor nos renueva su amor y su llamada en todo momento. Siempre es tiempo de responderle sí y de empezar cada mañana de nuevo el seguimiento y una nueva vida.
Hemos de embarcarnos del todo con Cristo. Supuesta la experiencia de Dios por la vocación a la fe, hemos de pasar a la acción. Todos estamos en la misma barca con Jesús a la cabeza: laicos, religiosos, sacerdotes, obispos y papa, todos comprometidos en la misión de la Iglesia; todos llamados a ser luz y sal de la tierra, fermento en la masa y testigos de la resurrección de Cristo.
En su nombre seguimos en la brecha, cada uno con nuestro trabajo.
A perder los miedos y adelante. Buena semana, tengas
Francesc Mulet
Labels: Ciclo C, Comentario, Domingo, Evangelio, Ordinario
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