Friday, March 13, 2009

3DC,B - 2009 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

En el pasaje de la purificación del templo, Jesús aparece como innovador y se pronuncia por una religión limpia de ritualismos muertos, por un culto vivo y nacido de la fe del corazón. Igualmente en el pasaje de la Samaritana.

Todas las religiones han tenido y tienen un lugar destinado al culto, llámese iglesia, templo, santuario, sinagoga o mezquita. Este espacio sacro cumple diversas funciones bajo el común denominador de religión. Es ubicación de la presencia de la divinidad, lugar de culto a la misma y de convocación del pueblo, presidido por sacerdotes o ministros que hacen de puente entre la deidad y los fieles congregados en la fe común.

Los primeros cristianos no tuvieron templos, ni catedrales, ni basílicas hasta después de varios siglos. Eran conscientes, y debemos serlo nosotros, de que la asamblea es la auténtica iglesia de Dios, su santuario espiritual, prolongación del cuerpo de Cristo que es el templo de la nueva alianza. Incluso cada cristiano, cada bautizado en el Espíritu de Jesús es él mismo templo de Dios.

Sin romper el equilibrio entre persona y comunidad ni minusvalorar la expresión exterior de las formas religiosas y litúrgicas, hay que dar, no obstante, la primacía al espíritu, a la fe y al corazón. Y sobre todo, pasar el culto a la vida y la vida al culto, asumiendo la dimensión religiosa de toda nuestra existencia personal, familiar, laboral y cívica.

Esta semana entramos en la celebración de nuestras fiestas más populares – Madalena y Falles -, que no perdamos el sentido de seguir por el camino de la cuaresma.

Adelante y un abrazo,

Francesc Mulet, escolapio

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