Monday, November 28, 2011

33DO.II,A - 2011 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

Tanto en el evangelio de hoy como en la primera lectura hay una valoración de trabajo humano en su dimensión personal, familiar, profesional y social. La lectura evangélica ensalza al varón fiel y cumplidor; y la primera lectura hace el elogio de la mujer hacendosa. Hemos de poner al servicio del reinado de Dios y de la comunidad humana los talentos recibidos del Señor.

Dios compensa la fidelidad creativa de quienes arriesgan su esfuerzo en servirle a él y a los hermanos, como hacen los dos primeros empleados. Simultáneamente se condena el pecado de omisión que personifica el tercer empleado. Ante su señor quiere dárselas de exacto y de estar en regla. Demuestra un talante legalista y evidencia un espíritu mezquino, pues para dar fuerza a su excusa de perezoso no duda en tachar al amo de capitalista explotador. No parece hablar un hombre libre, sino un holgazán con alma de esclavo.

En el empleado inútil, por abstencionista, estamos retratados todos con mayor o menor intensidad de luz. No solemos examinarnos ni sentirnos culpables de los pecados de omisión. Sin embargo, el absentismo, la apatía, la pereza, la comodidad, el miedo, la psicosis de seguridad y la inacción egoísta son los mayores pecados sociales que puede cometer un cristiano hoy día. Porque nuestro seguimiento de Jesús tiene que ser productivo; de lo contrario, quedaremos descalificados. Dios reparte sus dones como quiere y según la capacidad de cada uno, pero a todos pide igual dedicación personal y plena voluntad de servicio a su reino.

En cualquier sector de la actividad humana la filosofía del conservar y no perder es insuficiente. Lo mismo sucede en el servicio de Dios y de los hermanos. Por eso hemos de asumir el riesgo de invertir nuestros talentos en la construcción del reino de Dios en nuestra vida personal, de familia, de trabajo y de sociedad. Lo contrario es renunciar a ser persona y cristiano, es enterrarse en vida con nuestros valores en conserva. Y Jesús no fundó el cristianismo como una religión de museo y de conservadurismo, sino de revolución total que hemos de hacer efectiva sus discípulos mientras esperamos su llegada.

Sigo pidiéndote tu oración por todos los escolapios, compartimos la misma esperanza para seguir multiplicando vida.

Que tengas una buena semana y un abrazo cordial,

Francesc Mulet

Ciclo A
Tiempo Ordinario II
33 domingo
Francesc Mulet, escolapio

Tanto en el evangelio de hoy como en la primera lectura hay una valoración de trabajo humano en su dimensión personal, familiar, profesional y social. La lectura evangélica ensalza al varón fiel y cumplidor; y la primera lectura hace el elogio de la mujer hacendosa. Hemos de poner al servicio del reinado de Dios y de la comunidad humana los talentos recibidos del Señor.

Dios compensa la fidelidad creativa de quienes arriesgan su esfuerzo en servirle a él y a los hermanos, como hacen los dos primeros empleados. Simultáneamente se condena el pecado de omisión que personifica el tercer empleado. Ante su señor quiere dárselas de exacto y de estar en regla. Demuestra un talante legalista y evidencia un espíritu mezquino, pues para dar fuerza a su excusa de perezoso no duda en tachar al amo de capitalista explotador. No parece hablar un hombre libre, sino un holgazán con alma de esclavo.

En el empleado inútil, por abstencionista, estamos retratados todos con mayor o menor intensidad de luz. No solemos examinarnos ni sentirnos culpables de los pecados de omisión. Sin embargo, el absentismo, la apatía, la pereza, la comodidad, el miedo, la psicosis de seguridad y la inacción egoísta son los mayores pecados sociales que puede cometer un cristiano hoy día. Porque nuestro seguimiento de Jesús tiene que ser productivo; de lo contrario, quedaremos descalificados. Dios reparte sus dones como quiere y según la capacidad de cada uno, pero a todos pide igual dedicación personal y plena voluntad de servicio a su reino.

En cualquier sector de la actividad humana la filosofía del conservar y no perder es insuficiente. Lo mismo sucede en el servicio de Dios y de los hermanos. Por eso hemos de asumir el riesgo de invertir nuestros talentos en la construcción del reino de Dios en nuestra vida personal, de familia, de trabajo y de sociedad. Lo contrario es renunciar a ser persona y cristiano, es enterrarse en vida con nuestros valores en conserva. Y Jesús no fundó el cristianismo como una religión de museo y de conservadurismo, sino de revolución total que hemos de hacer efectiva sus discípulos mientras esperamos su llegada.

Sigo pidiéndote tu oración por todos los escolapios, compartimos la misma esperanza para seguir multiplicando vida.

Que tengas una buena semana y un abrazo cordial,

Francesc Mulet

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