Monday, November 28, 2011

32DO.II,B - 2011 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

La parábola de las diez muchachas esperando la venida del esposo incide sobre la actitud propia del cristiano en el tiempo intermedio entre la resurrección de Jesús y su vuelta al fin de los tiempos. Los primeros cristianos la creyeron próxima, incluso inminente; de ahí su desazón al comprobar que se retrasaba. La parábola propone como única actitud válida una fidelidad en tensión amorosa y a la espera. Lo que procede no es abandonarse sino vigilar. Vigilancia que no es pasividad, sino acción personal y construcción comunitaria.

Ante la seriedad del momento, se trata de destacar una responsabilidad personal que no es sustituible por nadie. Es precisamente esa falta de preparación la causa de la exclusión del banquete. La lámpara bien abastecida es el signo de la previsión y vigilancia. Éstas son cualidades interiores del espíritu; se tienen o se carece de ellas, pero no se pueden compartir o prestar. Hay fallos de previsión y vigilancia que son irreparables. Nadie puede suplir el fallo de un centinela, un piloto o un conductor. Algo así sucede con la fe y la respuesta personal a Dios, vienen a decir esos detalles de la parábola. Es insustituible, pues, el compromiso personal de la vigilancia.

Hay muchos cristianos de fe débil que mantienen su lámpara apagada, y deambulan por la vida atolondrados, embotados e incapaces de percibir la urgencia de la hora presente, sin personalidad ni consistencia evangélica. Están necesitando esa sabiduría de Dios que nos da una mentalidad nueva, despierta, previsora y activa; la única apta para superar el aburrimiento y la vulgaridad de una vida superficial que se contenta con cualquier sucedáneo de Dios.

Debemos alimentar esa luz constantemente con el amor y la fidelidad diaria, para no encontrarnos desprovistos de aceite en el momento culminante e imprevisible de la venida del Señor.

Sigo pidiendo tu oración por los escolapios y te deseo que tengas una buena semana.
Un abrazo cordial,

Francesc Mulet, escolapio

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