Wednesday, October 26, 2011

27DO.II,A - 2011 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

Esta parábola de la viña y de los viñadores que Jesús cuenta a sus oyentes es una expresión de la historia de Israel, de la historia de la humanidad, de la historia de la Iglesia, y de la historia de cada uno de nosotros, en la que Dios plantó su viña para que diese frutos.

Jesús es consciente de que no es acogido. Es consciente de que será rechazado, excomulgado y asesinado. Dios mandó a su Hijo no para que lo asesinaran, sino diciendo: “respetarán a mi Hijo”. Sin embargo, contra la voluntad de Dios, lo matan. Ellos querían ocupar el lugar del dueño de la viña, pretendían quedarse con la herencia. Y echan de la viña al heredero. Y la renta que le dan es la muerte. Es el mismo Jesús, el hijo de la parábola, el que es echado fuera de la viña; Jesús, es echado fuera de este mundo, su muerte es la demostración de que no hay lugar para Él.

La parábola, alude al rechazo de los dirigentes de Israel a la predicación de Jesús. Pero nos lleva a preguntarnos también si en nuestra vida de cada día no hay algún tipo de complicidad con los viñadores homicidas. Podemos preguntarnos: ¿Qué importancia tiene para nosotros el establecimiento de la justicia y de la paz en el mundo? ¿Cuáles son nuestros frutos? ¿Cómo nos sentimos responsables ante la vida de los demás?

Por supuesto, “la viña del Señor” somos también todos nosotros. Nosotros somos la viña y la tierra que Dios ha dado en arriendo y de la que espera una cosecha abundante. Efectivamente: Dios puso el amor en la raíz de cada ser humano y nosotros hemos inventado el desamor y la violencia. Dios nos arrendó la alegría de compartir y perdonar, pero nosotros hemos endurecido el corazón y lo hemos envuelto en mil formas de hostilidad y de ambición. Dios sembró la fraternidad y la paz en nuestro corazón y nosotros le devolvemos, día a día, una cosecha, llena de violencia y de injusticia.

¿Sobre qué estamos construyendo nuestra vida? Hay quienes sencillamente no aciertan a construirse a sí mismos: No desarrollan las capacidades que llevan dentro. Algunos se construyen solamente en lo exterior, en la apariencia, sobre el personaje, en la ambición por el poder, pero por dentro, están inmensamente vacíos.

Buena semana tengas y adelante,

Francesc Mulet

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