Wednesday, September 28, 2011

24DO.II,A - 2011 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

En el texto del domingo, Pedro le plantea a Jesús una pregunta que tiene una gran importancia: “¿Cuántas veces le tengo que perdonar?” La práctica judía preveía que se perdonara hasta tres veces. Pedro, al preguntar si basta con siete veces (número que indica la perfección) se muestra disponible a un perdón generoso.

Jesús responde también a la pregunta de Pedro con una parábola. Los protagonistas de esta parábola son un Rey y sus empleados. Reconocerse deudores, totalmente insolventes, aunque beneficiarios de un don absolutamente gratuito que procede de Dios. La parábola nos desvela, pues, el verdadero rostro de Dios, que sólo sabe perdonar y amar... (“Dios solo puede darnos su amor”). La parábola pone el perdón como base de la comunidad y de cualquier convivencia humana. Este texto evangélico insiste en la necesidad del perdón para la vida comunitaria y para la vida relacional. Pero el perdón cristiano nace de la experiencia de haber sido perdonado por Dios. Quien haya experimentado la misericordia del Padre no puede andar calculando los límites del perdón y de la acogida del hermano. El perdón no tiene límite.

La experiencia del perdón es una experiencia humana tan fundamental: quien no conoce el gozo de ser perdonado corre el riesgo de no crecer como persona. Esto es lo que nos recuerda también la parábola de Jesús en el Evangelio de hoy: Quien no se ha sentido nunca comprendido por Dios, amado por Él, no sabe comprender y amar a los demás. Quien no ha gustado su perdón entrañable corre el riesgo de vivir “sin entrañas”; como el “empleado” de la parábola, endureciéndose cada vez más en sus exigencias y negando a todos la ternura, la comprensión, el perdón.

Quien olvida lo mucho que a él le perdonan, se vuelve duro de corazón con los demás. Quien cree que el perdón y la mutua comprensión son algo inútil ahoga no solo la convivencia sino también el espíritu del Evangelio y la alegría de vivir.

Hoy es un día para tomar conciencia de las muchas veces que necesitamos ser perdonados... Cuántas veces, a lo largo de estos años, hemos necesitado ser perdonados, animados, creídos, ayudados, reconfortados y dar gracias a Dios por este Jesús en el que se nos revela el perdón que nos hace libres y nos abre un futuro nuevo para todos.

Con este talante comenzamos el nuevo curso. Un abrazo,
Francesc Mulet

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