Wednesday, September 28, 2011

26DO.II,A - 2011 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

Jesús con esta parábola del Evangelio nos recuerda, que lo importante, no es lo que decimos, sino lo que hacemos... Es la contradicción entre nuestras palabras y nuestra vida. Esta parábola está destinada a los dirigentes religiosos del pueblo de Israel. Los sumo sacerdotes se creían perfectos porque decían sí a toda la ley de Dios y se creían con ese privilegio del favor de Dios. No son conscientes de que su respuesta es solamente superficial, sin compromiso vital alguno.

Esta parábola es también hoy para nosotros. ¿No nos sentimos reflejados también nosotros en esta parábola? ¿No hay también contradicciones entre lo que decimos y lo que hacemos realmente hoy? ¿No hay contradicción entre nuestras aspiraciones y lo que de hecho vivimos? Ciertamente, con esta parábola Jesús da una respuesta a quienes le acusaban de acoger a los pecadores y marginados. Jesús responde a tal objeción proponiendo a sus oyentes que vean las cosas desde otra perspectiva. Es como si les dijera: lo que importa no son las apariencias externas sino la actitud interior, lo que importa no son las palabras sino los hechos...

Jesús añade con crudeza: “los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de Dios". Jesús les dice que los publicanos y las prostitutas que inicialmente dijeron que no a Dios, son los que han acogido esta invitación a la conversión y los que han cumplido la voluntad del Padre. Hoy, entre nosotros, pasa lo mismo: ¿Quién sospecha realmente que los vagabundos, los alcohólicos, las prostitutas, los marginados y excluidos de nuestra sociedad puedan ser un día los primeros?

La parábola nos cuestiona: lo que se opone a la verdadera fe no es la increencia sino la falta del testimonio de nuestra vida. ¿Qué importa el credo que pronuncien nuestros labios, si falta luego en nuestra vida un mínimo esfuerzo en el seguimiento sincero de Jesús?

Una de las cosas que más deteriora la vida de nuestra sociedad es que la palabra pierda fiabilidad. Esto es muy frecuente en nuestra cultura actual: creemos poco en la publicidad, en los programas de los políticos, en la solidaridad de los empresarios o en las expresiones de fe de muchos cristianos. La palabra se ha deteriorado, se ha devaluado. Necesitamos el lenguaje de los hechos. Como conclusión general, tenemos que decir que los hechos son lo importante, y que las palabras sirven de muy poco.

Tal vez, hoy sería bueno preguntarnos: ¿De qué manera influye el Evangelio en nuestra vida? ¿Cómo realizamos nosotros la “voluntad del Padre”? Nuestro “sí” a Dios, ¿es de palabras o con obras? ¿Qué estamos aportando a la construcción de la Humanidad? ¿Estamos haciendo la vida más bella y feliz a los que nos rodean?

Que tengas una buena semana y que oremos unos por otros.

Una abrazo,
Francesc Mulet

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2 Comments:

Blogger prosaico said...

a

4:10 AM  
Blogger prosaico said...

Hola Paco:
Soy Santi, te vuelvo a encontrar al cabo de los años.
Veo que has vuelto a tu tierra y que sigues como siempre.
Yo volvi a Baracaldo, me case y al cabo de los años he encontrado sentido al evangelio.
Ya no me declaro agnóstico, sino creyente.
Espero que eso te alegre.
Un fuerte abrazo.

4:16 AM  

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