Thursday, March 24, 2011

2DC,A - 2011 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

El Evangelio de esta semana nos invita a escuchar a Jesús, el Hijo amado, en el que se nos revela la verdad más profunda del ser humano.

Jesús elige a los tres discípulos más representativos y que mayor resistencia oponen a su mensaje para mostrarles el estado final del ser humano: la Transfiguración, es la plenitud de la vida a la que está llamada toda la humanidad.

Todo sucede en una montaña alta (que no es tanto un lugar como una experiencia interior) y es ahí dentro, en lo profundo de nosotros mismos, donde renace la esperanza y encontramos las fuerzas para remontar nuestras crisis y los momentos difíciles de nuestra vida. ¿No necesitamos nosotros también retirarnos a una montaña alta?

Allí escucha la voz, desde la nube, que revela quién es Jesús: "Este es mi Hijo, el amado, escuchadlo".

Estas palabras manifiestan la identidad de Jesús y de todo ser humano: Jesús es el Hijo amado y por eso, todo ser humano es también hijo amado. Mientras no oigamos dentro de nosotros esta voz interior que nos asegura que somos hijos amados, no podemos vivir con sentido. Mientras no hagamos la experiencia de sentirnos verdaderamente amados, permaneceremos en una inseguridad permanente. Esta es la auténtica verdad que da consistencia a nuestra vida.

¿Qué va a pasar con el hombre de hoy ebrio de técnica y eficacia, pero donde Dios está ausente y que con su mirada no logra penetrar en el misterio de sí mismo ni del sentido de su vida?

El acento del Evangelio de esta semana está en que se nos pide: "escuchadlo", es decir, Jesús es el único al que hay que escuchar. Sólo a Jesús, el Hijo amado, es a quien necesitamos escuchar. Sólo El, tiene palabras que nos hacen vivir.

Además, por aquí, nos encontramos en medio de las fiestas populares. Hagamos un esfuerzo y sigamos en el camino hacia la Pascua.

Buena semana y un abrazo,

Francesc Mulet

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