Thursday, March 24, 2011

1DC.A - 2010 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

Las tentaciones, leídas el domingo 1º de Cuaresma y acompañadas del relato de Adán y Eva en el Génesis, nos obligan a un enfoque distinto. Hoy se trata de descubrir el valor del esfuerzo por superar la fuerza de atracción del placer sensible y la tentación de poner nuestro aspecto mental al servicio del biológico. Las dos primeras tentaciones pretenden convertir a Jesús en oprimido a cambio de pan o gloria. La tercera le invita a convertirle en opresor. Tanto dejarse oprimir como oprimir son ofertas satánicas. La opresión es el único pecado, porque es lo único que nos impide ser humanos.

El relato de las tentaciones no se limita a una crónica de sucesos. Jesús, seguramente se retiró muchísimas veces al “desierto” para orar. En esta ocasión se trata de plantear en Jesús la disyuntiva que se le presenta a todo ser humano en cuanto afronta en serio su humanidad. En Jesús tiene una connotación especial, porque se plantea la tentación conforme a su situación personal.

Jesús encarna el nuevo pueblo que, habiendo pasado por las mismas tentaciones que el antiguo, sin embargo no cae en ellas. Se trata de las tentaciones que Jesús tiene que soportar como Mesías. En ellas se rechaza una idea de Dios y se propone otra muy distinta. El hombre que se descubre en la actitud de Jesús es también muy distinto. En Jesús se manifiesta un Dios que no se deja manipular, y un hombre que no tiene que manipular a Dios ni a los demás y tampoco dejarse manipular por nadie, si quiere alcanzar su verdadera plenitud humana.

Los posibles tropiezos al recorrer su camino mesiánico, se relatan condensados en un episodio al comienzo de su vida pública, pero resumen la lucha que tuvo que mantener durante toda su vida. A Jesús le tentaron los que estaban a su alrededor, tanto amigos como enemigos. La tentación es algo inherente al ser humano. Por eso se convierten en el mejor argumento a favor de su humanidad. Quien no se haya enterado de que la vida es lucha, tiene asegurado el más estrepitoso fracaso.

Hoy el hombre es el mismo, pero los cantos de sirena que llegan a nuestros oídos son cada vez más seductores. Esto debemos tenerlo muy claro. Hoy podíamos expresar el resumen de toda tentación con dos palabras hedonismo y poder. El hedonismo en el que todos vivimos nos empuja a buscar lo más cómodo, lo que menos me cuesta, lo que más me agrada, lo que me pide el cuerpo, etc., creyendo que ahí está la felicidad. El poder nos ofrece la satisfacción de nuestra vanagloria y orgullo. Ser más que los demás, poder dominarlos es una de las fuentes más instintivas de placer y seguridad.

La manipulación de Dios por parte de los más religiosos, es la mejor prueba de que la tentación de utilizar a Dios sigue presente. La búsqueda de las soluciones fáciles, la confianza en el milagrito, son la mejor prueba de esa manipulación. En el poder, por muy sagrado que sea, no se manifiesta Dios, sino el diablo. Dios se manifiesta sólo en el servicio, en la entrega a los demás, en el amor.

Sigamos unidos en la oración común y adelante en este tiempo de gracia y conversión.

Un abrazo y buena semana,
Francesc Mulet

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