Wednesday, July 28, 2010

14DO.II,C - 2010 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

Envío misionero de los setenta y dos. El fenómeno actual de la increencia, que de ser reducto de minorías intelectuales ha pasado a ser patrimonio de masas, urge la necesidad de la evangelización, aun de los ya bautizados. Al hombre actual le rondan el agnosticismo y el desencanto religioso, el pragmatismo vital e incluso el rechazo positivo de Dios como rival del hombre. Nada sufre tanto la crítica de la increencia como la propia institución eclesial. Esto nos obliga a revisar la imagen que de Dios, de Cristo y del evangelio ofrecemos los cristianos al mundo.

Ante los tiempos que corren, la reacción de algunos creyentes al desafío de la increencia se traduce en repliegue, miedo, pesimismo o complejo de acoso. Eso es olvidar la historia. Todos los tiempos han sido difíciles para la fe, "tiempos recios", como decía santa Teresa de Jesús.

La respuesta adecuada, la que se pide hoy al discípulo de Cristo, es tomar la situación de increencia como un reto y una oportunidad que, al descubrir nuestras deficiencias, propicia una continua conversión evangélica, personal y comunitaria, para vivir y testimoniar mejor nuestro cristianismo. Toda la comunidad eclesial ha de ser misionera siempre y en todo lugar. Evangelizar es su misión y su dicha.

Hoy como ayer, lo que más necesita el evangelio son testigos. Es verdad que hemos de emplear todos los medios a nuestro alcance para difundir la fe, con tal que se avengan con las instrucciones de Jesús en el evangelio de hoy: pobreza y solidaridad, y no avasallamiento y poder.

Ánimo en nuestra tarea de mensajeros de paz y alegría para el hombre y mundo actuales. Un abrazo y feliz verano,

Francesc Mulet

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