Thursday, October 22, 2009

25DOII - 2009 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

"Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos". Ésta es la norma que Jesús inculca a sus discípulos. Una medición así de la importancia personal es tan desconcertante como predecir los sufrimientos del Mesías. Pero Cristo afirma rotundamente que sus discípulos han de cambiar la ambición de poder por la actitud de servicio. La coexistencia de ambos extremos es imposible, pues la ambición es el cáncer del servicio.

Desde el ambiente familiar al contexto de las superpotencias mundiales, pasando por el lugar de trabajo y cualquier espacio social, la cuestión omnipresente es hacer ver quién es el que manda. Padecemos una tentación casi irresistible de poder y de dominio, como expresa el refrán: "Más vale ser cabeza de ratón que cola de león", o como se dice en El Quijote: A todos gusta mandar, aunque no sea más que sobre un rebaño de ovejas.

Servir sin pasar factura. La voluntad de poder, que no de servicio, es la fuente de todos los males sociales y comunitarios, es el pecado que vicia de raíz la convivencia humana, montada sobre la lucha y la competencia. Aunque hay excepciones honrosas, la ambición de poder suele prevalecer sobre la voluntad de servicio. Y esa ambición de dominio adquiere las más variadas formas: avasalladoras y descaradas o hipócritas y sutiles.

"Estamos a su servicio; servirle es nuestro placer, nuestra especialidad"; son lemas cotidianos de las firmas comerciales y gente profesional. "Servir al pueblo" es lema de políticos y hombres públicos, sobre todo, en campaña electoral. Así resulta que conjugar el verbo servir es rentable; pues por esos servicios, al cliente se le pasa factura, en dinero o en poder. No es esta servicialidad la que propone Jesús a sus apóstoles, futuros jefes y guías de su nuevo pueblo, la Iglesia; sino un servicio sin factura. No el formulismo del "seguro servidor" de quien espera compensarse de otra forma, sino la entrega incondicional y desinteresada. Hemos de liberar al verbo servir del secuestro que padece en nuestro ambiente.

La vocación de servicio que propone Jesús en el evangelio de hoy no es tarea solamente de la jerarquía en el pueblo de Dios, sino de toda la comunidad y sus miembros.

Buena semana y ánimo en el comienzo del nuevo curso.

Un abrazo,
Francesc Mulet

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