CC - TNavidad - María, madre Dios (EduardoA)
1ª lectura: Números 6, 22-27
2ª lectura: Gálatas 4, 4-7
3ª lectura: Lucas 2, 16-21
Estrenamos hoy un nuevo año civil: 2007. Y lo comenzamos bajo el signo de la VIDA y del AMOR. Y esa vida y este amor sólo se desarrollan en un clima de PAZ. La guerra mata la vida y engendra no-vida, odio, que es la negación del amor.
"Cuando llegaron a Belén los pastores,-nos ha dicho el Evangelio de hoy-, descubrieron a María, a José y al Recién-nacido".
"El Recién-nacido" es el signo de una VIDA NUEVA. Una vida nueva es una vida a estrenar, es algo apasionante y maravilloso. En cada nueva vida que nace hay una nueva posibilidad, jamás vista. La vida es algo grande, algo prodigioso, un misterio. Todo un mensaje, pues, al comenzar el año civil. AÑO NUEVO. VIDA NUEVA.
¿Apostaremos nosotros por una vida nueva? La comunidad parroquial, la comunidad cristiana en la que vivo, se ha preparado durante el adviento, ¿verdad? ¿Para qué? Para vivir e interiorizar el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios; la Navidad, decimos. Todo nuevo, como un recién-nacido. Y así, este año, queremos y nos comprometemos a llevar en esta comunidad cristiana en la que vivo, una vida nueva por el mayor respeto y admiración y por el buen nombre de mi hermano, de mi prójimo. Nada, pues, de murmuraciones y críticas.
Vida nueva por el amor y generosidad con el hermano más necesitado, dándole un poco de mi tiempo, escuchándole, aunque me canse, porque siempre me repite lo mismo, sobre todo cuando se trata de personas ancianas.
Nada, pues, de egoísmos: todo para mí y sólo yo. Vida nueva por el perdón y comprensión con los que me aceptan con dificultad. Nada de resentimientos, ni rencores. Vida nueva por la esperanza e ilusión de esta etapa de mi vida: niño, adolescente, joven, adulto, anciano, donde me encuentre, pues donde me encuentro será siempre la mejor etapa de mi vida.
Así se vive mejor, y mejor salud corporal, psíquica y espiritual se tiene. Y eso está en nuestras manos. Solo tenemos que abrirlas para recibir ese don de Dios, que es la PAZ.
"Los pastores descubrieron a María y a José y al “recién-nacido” Descubren, pues, una FAMILIA. Y la clave y el fundamento de la familia es la MADRE. Descubren a una madre tierna y amorosa con su recién-nacido. Dios se nos revela en la imagen de una mamá, porque Dios ama como una madre. Mejor dicho, las madres, si son verdaderamente madres, aman como Dios, porque Dios sobrepasa el amor de las madres, como Él mismo nos lo ha manifestado: "aunque la madre llegara a olvidar a su hijo, yo, el Señor, nunca, nunca me olvidaré de ti”.
La madre es lo que más se parece a Dios. Es lo más perfecto, en este mundo, del amor. Por eso Dios mismo quiso para nacer una MADRE. Y hoy, al estrenar el año, la Iglesia celebra y nosotros con ella, la solemnidad de la Maternidad divina de María.
La madre, lo que ella conlleva y supone es una gloria, un orgullo y una gran responsabilidad. Es la mayor grandeza de la mujer. Tiene la capacidad de transformar la simple materia biológica en “cuna” para una vida personal y humana, cuya dignidad es el fundamento de la convivencia y de la paz. “La persona humana, corazón de la PAZ”.
Por eso la mujer-madre es la mejor educadora para la convivencia pacífica en el hogar y la forjadora de la paz en la Comunidad de Naciones, que no encuentra la paz, ni logran hacerla, porque la Paz no se hace, se vive. - Recordad por un momento las masacres de Ruanda y Burundi, Sudán, Bosnia, Chechenia, Palestina, Israel, Chapas, Irak, Afganistán, Indonesia - y un largo etcétera… porque no respetan la dignidad de la mujer y manipula a su antojo su maternidad, con abortos fomentados y justificados, esterilizaciones compradas por un dólar, preservativos y anticonceptivos regalados…
Una verdadera anulación de la mujer como mujer, como se vivió en la Conferencia internacional sobre la mujer en el Cairo: "la mujer es una cosa bella. La mujer es el mejor instrumento de placer; hay que evitar las consecuencias naturales del embarazo" El embarazo es una "enfermedad". Y a esto le llaman con eufemismo: "liberación de la mujer".
Estrenamos, pues, el año bajo el signo de la VIDA y del AMOR; de un Recién-nacido, de una vida nueva, una vida que se abre. Y de una Madre, de un amor. Una madre da la vida. Una madre es vida. Cada vez que un hombre, cada vez que un joven no respeta a una mujer, muere un poco de vida en el mundo. Uno es entonces un homicida de la vida y del amor.
Por eso la Paz es la condición para que se desarrolle el amor y que el amor pueda así engendrar la vida. De ahí que al comenzar el año bajo el signo de la vida (el Recién-nacido) y del amor (la Maternidad de María, que descubrieron los pastores), sentimos la necesidad de gritar por la PAZ. Sentimos la necesidad de celebrar hoy también la Jornada Mundial de la Paz, que instituyó Pablo VI en 1968, y que el Papa, Benedicto XVI quiere que la celebremos con la reflexión del lema de este año: LA PERSONA HUMANA, CORAZÓN DE LA PAZ.
La Madre de Dios, como Madre de la Iglesia, como Madre de nuestra comunidad cristiana, que llene de Paz el corazón de cada uno de nosotros, mediante la virtud de la Justicia, que es el fundamento de la Paz, que no es ausencia de discordias y peleas, sino reconocimiento de la dignidad de mi hermano y aceptación de SU PERSONA TAL CUAL ES: con sus ideas, costumbres, cultura, etnia o nacionalidad, con sus limitaciones, achaques y rarezas.
También, Paz conmigo mismo, tal cual soy, aceptando mis limitaciones, mi temperamento, el mal carácter que he forjado, mis debilidades de todo tipo. Paz con los hermanos, con mi prójimo, queriéndolos como son. Paz con Dios, que es el que más me quiere, que la vida, toda ella, me dio.
Que la paz de esta comunidad parroquial, de esta comunidad religiosa o cristiana, el respeto y la ayuda mutua y fraternal sean la mejor predicación para cuantos conviven con nosotros en el barrio, en la ciudad y que sospechen y reconozcan que somos cristianos por la paz en que vivimos, por el amor que nos tenemos y los tenemos. “Mirad cómo se aman”, que decían de los cristianos durante el Imperio romano.
Que abramos ahora nuestros corazones para recibir en esta Eucaristía, que vamos a celebrar al "Príncipe de la Paz".
AMEN.
Edu, escolapio
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