Friday, December 29, 2006

CC - A,SAGRADA FAMILIA (EduardoA)

Eduardo Abad, Escolapio

1ª lectura Samuel 1,20-22.24-28
2ª lectura 1ª San Juan 3, 1-2.21-24
3ª lectura Lucas 2, 41-52


Los Evangelios de la infancia de Jesús no pretenden hacernos una historia de su infancia Sería un proyecto pobre y elemental, porque nunca los autores de los Evangelios se propusieron transcribirnos una historia de Jesucristo tal como hoy entendemos la palabra historia.

San Mateo describe la infancia de Jesús conforme a un género literario especial, destinado a hacer resaltar determinadas características del Mesías. Para Mateo, Jesús es, ante todo, el Legislador de la Nueva Alianza. Su Evangelio lo divide en cinco partes, que se corresponden con el Pentateuco o cinco libros de Moisés y Jesús se nos presenta en el relato de San Mateo, como el que da cumplimiento a la ley mosaica... hasta superarla, al decirnos Mateo: "Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios".

A Jesucristo lo presenta aquí, en este relato de la infancia del Niño Jesús como nuevo Moisés. Este es uno de los temas importantes. El relato de la huida a Egipto no es lo importante, es tan solo andamiaje, que en este relato de "infancia" esboza una teología sobre el nuevo Moisés. Es, pues, una enseñanza clave y no el relato en sí de la huida a Egipto. Es un midrash: un género literario o manera de escribir con el que se buscan comparaciones y semejanzas de signos precursores de la realidad que en el ahora se vive.

Cristo, pues, nuevo Moisés, que da cumplimiento a la gran misión legislativa para una Nueva Alianza de un Nuevo Pueblo, constituido hoy por todos nosotros y no sólo por el pueblo de Israel.

Veamos este midrash o comparación y semejanza perfecta. Los faraones mandan matar a todos los varones nacidos entre los israelitas. Moisés se salva de la matanza. Y por segunda vez, ya mayor, se salvará de la muerte que le quiere infringir el faraón, refugiándose en el extranjero, en el desierto de Madián.

Hay toda una semejanza con el texto del Evangelio, proclamado hoy. A Herodes se le anuncia también, como al faraón, el Nacimiento de Jesús. Herodes ordena el exterminio de todos los primogénitos de Belén. Jesús se salvará de la matanza de los Inocentes, refugiándose en el extranjero. Y así como Moisés es llamado más tarde por el ángel para que vuelva a Egipto, así también, con las mismas palabras textuales del Éxodo, el ángel invitará a José, á María y al Niño, que vuelvan a Palestina.

Lo importante, pues, en este fragmento o relato no es la historieta en sí, de Jesús, emigrante en Egipto, cuanto la enseñanza que nos aporta este midrash y la consecuencia que comporta para nuestra vida cristiana. Si Cristo es el nuevo Moisés, Nuevo Legislador de una Nueva Alianza en la que todos nosotros, cristianos, hemos entrado: yo, como firmante de esa Nueva Alianza desde mí Bautismo, ¿cumplo esa Nueva Ley de la Nueva Alianza, que se resume en amar a Dios en el prójimo, con el amor con que Cristo nos amó, es decir, hasta dar la vida por todos?.

Nueva Alianza. ¿Y qué mayor alianza, que la sellada en la familia, alianza natural y básica?. En esa pequeña, pero fundamental alianza para el desarrollo armónico del ser humano, ¿cumplo con la Nueva Ley?, ¿Dónde está mi entrega, mi servicio, mi fidelidad?, ¿mi amor, hasta dónde llega?, ¿marido, padre, abuelo, esposa, madre, abuela, hijos, nietos... hasta dónde llegamos?, ¿sólo nos amamos de forma interesada, propia del simple amor humano?, ¿se necesita ser cristiano para eso?, ¿de qué sirve, entonces, eso de Nuevo Moisés, Nueva Alianza?.

¿Nos quedaremos sólo con el relato infantil, del no menos infantil episodio de la huida a Egipto?. En una palabra: ¿doy algo de mí, de mi vida en mi familia?. Hay que dar vida y la vida, para cumplir y vivir la Nueva Ley, sino, yo no estoy dentro de la Nueva Alianza, sigo en la Antigua, en la de la ley, simplemente natural.

Pero, aún hay más, con respecto a la familia. Debemos extender nuestra mirada y darnos cuenta, que hoy día el hombre empieza a sobrepasar las comunidades naturales y biológicas de la familia, clan, tribu, etnia, región o autonomías, incluso nación y estado. El hombre actual, las nuevas generaciones tienden a vincularse y vivir en comunidades supranacionales e internacionales: grupos profesionales, grupos de científicos, de trabajadores, que tienen y les une un mismo ideal y una concepción más amplia y hasta trascendente del hombre y hablan así'un mismo lenguaje por encima de partidos e ideologías radicales. Su horizonte se ensancha a un nivel planetario: Por eso el Papa habla en su mensaje de Navidad de "alegría cósmica". Para estos hombres y mujeres de la Nueva Alianza, su casa son todos los países. Su familia, es todo el mundo, que se ha convertido en una gran aldea. La mundialización, fraternidad universal, que decimos los cristianos, son los contornos de la nueva y gran familia a la que se llega por la "pequeña familia" o familia natural y nuclear. Y por todo ello son capaces de dar la vida: en el gobierno, en la gestión, en los laboratorios, en las cátedras ambulantes, en las grandes obras públicas, en las embajadas de paz, en organismos de desarrollo por la educación. Luchan contra el hambre, a favor de la salud, por la justicia en el trabajo.

¿A qué familia pertenezco: a la natural o a la de la Nueva Alianza?. ¿Me he encerrado como una gallina en un gallinero o vuelo como el cóndor por encima de las montañas, descubriendo el horizonte infinito del universo donde me encuentro con mi gran familia? El día que descubras que la tierra es tu patria, no te sentirás extranjero en ningún país.

Nada de infantilismos en estos relatos evangélicos de la infancia de Jesús. Cristo es el Nuevo Moisés, el Nuevo Legislador de una Nueva Alianza.

Este es el mejor mensaje para el día de la Sagrada Familia. Y a este Señor, hecho Eucaristía en la Eucaristía, le vamos a pedir: haznos entrar en tu Nueva Alianza, agranda nuestro corazón, eliminando fronteras de carne y de sangre; de nacionalismos y de etnias para poder pertenecer verdaderamente a esta gran Familia de los Hijos de Dios. Tu gran familia.

Amén.

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