Thursday, January 27, 2011

2DO.I,A - 2011 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

El domingo pasado contemplábamos el misterio del bautismo de Jesús. Ahora somos invitados a escuchar la primera predicación del Bautista sobre Jesús. Él quiere proclamar quien es realmente y qué significa Jesús que acaba de salir de las aguas bautismales; y lo hace señalando tres aspectos que de alguna manera nos definen la persona y la misión de Jesús. Él, es el Cordero de Dios que toma sobre sí el pecado del mundo...

Quizá hoy, cuando solo vemos los corderos como figuras del belén, nos cuesta comprender esta manera de hablar sobre Jesús. Pero en tiempo de Juan y de Jesús esta descripción estaba llena de significado: la gente estaba acostumbrada a ver en las estancias del Templo montones de corderos degollados y puestos en el fuego en sacrificio expiatorio... La gente depositaba sobre aquellos animales todas las frustraciones, las penas, la tragedia de la vida... el pecado imposible de anular y ahuyentar. Y el pueblo suplicaba día tras día, año tras año, siglo tras siglo... que Dios le purificase, que Dios sanare la pecaminosidad. Nunca había bastante sangre, bastante fuego, bastantes corderos... Y nunca se sabía si el sacrificio era bastante suficiente para limpiarnos de nuestras culpas.

El Bautista proclama que ya no hace falta que nos angustiemos buscando encontrar la paz y reconciliación con Dios mediante sacrificios de corderos. Jesús es el definitivo Cordero de Dios. Él, al venir a nuestra vida humana, carga sobre sí los pecados, las tragedias, el descalabro de tantos pobres, desvalidos y pecadores... Eso será su vida: tomar como propio todo el dolor de los leprosos, impuros, mujeres esclavizadas por la prostitución... y les devolverá la paz y el gozo del vivir, de ser hijos amados de Dios.

Hoy es un día por tomar conciencia del Espíritu que en nuestro bautismo, configurado a la manera del bautismo de Jesús, nos fue dado para que nos sintiéramos confortados por él y para que nos dejáramos llevar por él.

Hoy es el día para aprender a ser hijos con el Hijo. Para aprender a abandonarnos en las manos de nuestro Padre, para saber que nuestro trasfondo es el amor de un Dios, que nos reconoce como hermanos de su Hijo Primogénito.

Feliz semana y reza por nosotros. Iniciamos esta semana los capítulos locales en nuestras comunidades.

Un abrazo fraterno,
Francesc Mulet

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