Thursday, March 27, 2008

CA - 1DC - 2008 (Bernardo)

Bernardo Navarro

La Cuaresma es el tiempo litúrgico de preparación para la Pascua, la principal fiesta cristiana; como bien dice San Pablo en (1Cor, 15, 17): “Si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes no tiene sentido ...”

Las lecturas de hoy nos invitan a reflexionar sobre el proyecto de vida, de felicidad, de esperanza que Dios tiene para cada uno de nosotros; pero este proyecto lo echó a perder el ser humano, ya desde le primer momento. Por ello, las lecturas de hoy también nos hablan de tentación y de pecado, como realidades que están amenazando constantemente ese proyecto de Dios para con nosotros. Por eso, durante la Cuaresma, hay también una invitación “al combate espiritual” contra las fuerzas que tratan de alejarnos de Dios, al igual que lo vivió también Jesús en el desierto.

La Primera Lectura subraya la centralidad del ser humano en la obra creadora de Dios. Todo lo creado está en función del ser humano y le sirve de escenario. Pero esta situación de privilegio no concede al ser humano el derecho de decidir sobre su vida al margen de Dios, como lo hicieron Adán y Eva, pues el ser humano, a pesar de su dignidad, sigue siendo criatura dependiente de Dios; de aquí que lo primero que lo define no es su libertad sino su dependencia de Dios. Como bien dice San Ireneo: “En esto consiste la gloria del hombre, en perseverar y permanecer al servicio de Dios”.

El Profeta Jeremías tiene muy clara esta idea, al decirnos: “Bajé a la casa del alfarero y lo encontré trabajando en el torno. Si se estropeaba la vasija que estaba haciendo, mientras moldeaba la arcilla con sus manos, volvía a hacer otra a su gusto. Entonces, el Señor me dijo: ‘Acaso no puedo yo hacer con ustedes igual que hace el alfarero’ Como está la racilla en manos del alfarero, están ustedes en mis manos...” (Jer. 18,3-6).

Esta conciencia de criatura de Dios es la que define nuestra relación con El. Por ello es una tentación ver a Dios como enemigo o, sus leyes, como un obstáculo a la felicidad human, como lo vieron Adán y Eva, como lo seguimos viendo nosotros cuando nos revelamos contra las leyes morales, que frenan nuestras pasiones.

En eso consiste el pecado: en apropiarnos como conquista nuestra lo que son dones que Dios nos ha regalado, poniendo a prueba nuestra fidelidad a Dios, como sucedió con Jesús en el desierto. San Agustín escribe a propósito de ser tentados en esta vida: “Nuestra vida, en efecto, mientras dura esta peregrinación, no puede verse libre de tentaciones; pues nuestro progreso se realiza por medio de la tentación y nadie puede conocerse a sí mismo si no es tentado, ni puede ser coronado si no ha vencido, ni puede vencer si no ha luchado, ni puede luchar si carece de enemigo y de tentaciones” (Oficio de Lectura de hoy).

La Segunda Lectura y el Evangelio nos presentan el diferente comportamiento de Adán y Jesús frente a la tentación cuando ésta trató de alejarlos de Dios. El primer Adán no logra resistir la tentación que le empuja a no seguir la voluntad de Dios. El segundo Adán, Cristo, con su total obediencia a la voluntad del Padre, nos dice con su ejemplo que el corazón de toda tentación es dejar de lado a Dios aunque en esos momentos no se vea así. La tentación, pues, pone a prueba nuestra adhesión a Dios.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home