Thursday, March 20, 2008

CA - 3DO - 2008 (Bernardo)

Bernardo Navarro

Teniendo como fondo las palabras que el Padre pronunció en el Bautismo de Jesús: Este es mi Hijo amado, el predilecto (escúchenlo) nos disponemos a emprender, a partir de este domingo, el camino del discipulado de Jesús, un año más, para escuchar su Palabra a lo largo de todos los domingos del año. Así creceremos en la Fe y en el Seguimiento.

El Evangelio de hoy, nos comenta las primeras actividades de la Vida Pública de Jesús. San Mateo, omitiendo el primer ministerio de Jesús en Judea que nos cuenta el Evangelio de Juan (Jn.3,22), pone el inicio de la predicación de Jesús en “la Galilea de los gentiles” (Is. 9,1), cumpliendo así la profecía de Isaías que hemos escuchado en la Primera Lectura.. De este modo, San Mateo presenta a Jesús como teniendo muy claro, desde el comienzo de su actividad, que su misión está dirigida a todos los Pueblos y no sólo al Pueblo de Israel

Galilea, (donde Jesús comienza su actividad) era considerada por el judaísmo ortodoxo, como zona pagana, excluida de la salvación, dada su proximidad geográfica a los territorios paganos de Tiro y Sidón y porque sus habitantes eran producto del mestizaje de la población primitiva con elementos paganos. Una vez más, los marginados por los hombres son los preferidos por Dios.

El Evangelio de hoy, nos da un resumen de la actividad de Jesús, con estas palabras: “Recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del Reino, curando las enfermedades y dolencias del Pueblo” (Mt. 4,23). Desde el comienzo que la actividad de Jesús se lleva a cabo con palabras y obras.

También nos dice que las primeras palabras con las que comenzó su predicación fueron un llamado a la conversión: “Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos” (Mt. 4,17) que es una invitación a cada persona que se acerca a El a situarse ante un nuevo orden de cosas en el lo que priva no son las leyes humana sino los deseos de Dios.

Jesús predica la Conversión, anuncia el Reino y llama para el ministerio apostólico a los primeros discípulos. No hay Conversión sin Jesús, no hay Reino sin Jesús, no hay llamada sin Jesús. Se impone, pues, acercarse a Jesús en cuerpo y alma. Así lo hicieron los primeros discípulos y quedaron convertidos en hombres nuevos, porque todo el que se encuentra con Jesús ya no lo puede dejar.

La Segunda Lectura es un llamado a vivir la unidad que nos viene del Bautismo. “Poneos de acuerdo y no andéis divididos. Estad bien unidos con un mismo pensar y sentir”. (1Cor.1,1O), nos dice San Pablo. Cada uno de nosotros debe procurar la unidad en Cristo y luchar contra todo lo que ponga en peligro la unidad del Cuerpo de Cristo; pues ser cristiano es sentirse llamado a entrar en una Comunidad que haga posible encontrarse con Jesús, seguirle y continuar su misión evangelizadora.

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