Monday, October 13, 2008

27DO,A - 2008 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

La parábola de los viñadores homicidas constituye un compendio de la historia de la salvación del hombre por Dios, desde la alianza del Sinaí hasta la fundación de la Iglesia por Jesús como nuevo pueblo de Dios, pasando por los profetas y la persona de Cristo. El anunció el reino de Dios y fue constituido piedra angular de todo el plan salvador de Dios mediante su misterio pascual de muerte y resurrección. En esta perspectiva histórico-salvífica hay dos momentos cumbre que acentúa la parábola en la redacción de Mateo: Cristo y la Iglesia.

a) La referencia cristológica se advierte en dos detalles:
Primero:
El hijo del dueño es arrojado de la viña y muerto fuera de la misma por los renteros malvados y avarientos. Alusión manifiesta a la muerte de Jesús en el Gólgota, fuera de las murallas de Jerusalén.
Segundo:
La mención final de la piedra, rechazada en un principio y convertida luego en piedra angular del edificio o del arco de bóveda, fue un pasaje de los Salmos preferido por la comunidad cristiana para referirse a Cristo, el Señor resucitado y glorioso.

b) La proyección eclesial
es el segundo clímax con que Mateo enriquece, con marcada intención, la enseñanza de la parábola. Fiel a su objetivo catequético sobre el nuevo pueblo de Dios que es la comunidad cristiana, enfatiza la misión de la Iglesia dentro del marco de la historia de salvación: "Se os quitará a vosotros el reino de los cielos y se dará a un pueblo que produzca sus frutos". De esta forma se desplaza la atención desde la imagen inicial de la viña hacia el reino de Dios, que es confiado a la Iglesia. La viña, que empezó representando a Israel, concluye significando tanto el nuevo Israel, la Iglesia, como el reino de Dios. Asimismo los nuevos arrendatarios de la viña no son exclusivamente sus jefes religiosos, sino el pueblo como protagonista comunitario y fecundo en frutos maduros.

La parábola es una última llamada a la conversión de fe. Jesús está ya en la meta final de su camino de subida a Jerusalén, la ciudad que mataba a los profetas; y pronuncia esta "parábola de choque" como último aviso a los representantes del pueblo judío para que abran los ojos y le reconozcan como el enviado, el Mesías, el hijo de Dios.

Estrenamos nuevo mes y avanzamos en la tarea escolar. Ánimo y a rezar unos por otros.

Un abrazo,
Francesc Mulet, escolapio

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