Tuesday, June 06, 2006

Ciclo B, T. Ordinario - Trinidad

Mateo 18, 16 – 20
MINIATURA DE DIOS
Santísima Trinidad
Tiempo Ordinario
José Antonio Pagola


A lo largo de veinte siglos de cristianismo, grandes teólogos han escrito estudios profundos sobre la Trinidad, tratando de pensar conceptualmente el misterio de Dios. Sin embargo, ellos mismos dicen que, para saber de Dios, lo importante no es «discurrir» mucho, sino «saber» algo del amor.

La razón es sencilla. La teología cristiana viene a decir, en definitiva, que Dios es Amor. No es una realidad fría e impersonal, un ser triste, solitario y narcisista. No hemos de imaginarlo como poder impenetrable, encerrado en sí mismo. En su ser más íntimo, Dios es amor, vida compartida, amistad gozosa, diálogo, entrega mutua, abrazo, comunión de personas.

Lo grande es que nosotros estamos hechos a imagen de ese Dios. El ser humano es una especie de «miniatura» de Dios. Es fácil intuirlo. Siempre que sentimos necesidad de amar y ser amados, siempre que sabemos acoger y buscamos ser acogidos, cuando disfrutamos compartiendo una amistad que nos hace crecer, cuando sabemos dar y recibir vida, estamos saboreando el «amor trinitario» de Dios. Ese amor que brota en nosotros proviene de él.

Por eso, el mejor camino para aproximarnos al misterio de Dios no son los libros que hablan de él, sino las experiencias amorosas que se nos regalan en la vida. Cuando dos jóvenes se besan, cuando dos enamorados se entregan mutuamente, cuando dos esposos hacen brotar de su amor una nueva vida, están viviendo experiencias que, incluso cuando son torpes e imperfectas, apuntan hacia Dios.

Quien no sabe nada de dar y recibir amor, quien no sabe compartir ni dialogar, quien solo se escucha a sí mismo, quien se cierra a toda amistad, quien busca su propio interés, quien sólo sabe ganar dinero, competir y triunfar, ¿qué puede saber de Dios?.

El amor trinitario de Dios no es un amor excluyente, un «amor egoísta» entre tres. Es amor que se difunde y regala a todas las criaturas. Por eso, quien vive el amor desde Dios, aprende a amar a quienes no le pueden corresponder, sabe dar sin apenas recibir, puede incluso «enamorarse» de los más pobres y pequeños, puede entregar su vida a construir un mundo más amable y digno de Dios.

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